Recortada para que cupiera por la puerta, la pieza forma parte de un proyecto de análisis y restauración del trabajo del pintor y grabador neerlandés que ejecuta la institución cultural desde 2019, titulado Operación Rembrandt.
Aunque existen opiniones contrapuestas en torno al uso de tecnologías de este tipo en el arte, por el carácter humano que encierra cada obra, la iniciativa favorece la investigación y entender mejor la genialidad del maestro barroco.
Un comunicado del museo detalla que el cuadro fue terminado en 1642, pero al trasladarlo del cuartel general de la guardia cívica hacia otra locación, los funcionarios decidieron recortar los lados, mientras los pedazos todavía permanecen en paradero desconocido.
Si bien el resultado es impactante, los especialistas aseguran que dista mucho de la capacidad del pintor, quien legó cientos de retratos, paisajes, pinturas narrativas y grabados, marcadas por trazos magistrales.
Con una investigación exhaustiva de dos años, la inteligencia artificial permitió traducir lo que sería la pieza original, con la inclusión de varios elementos necesarios para entender la escena en su totalidad, dotarla de dinamismo y experimentar nuevas sensaciones.
De acuerdo con los expertos, tomaron como referencia una copia de la primera versión del cuadro hecha por Gerrit Ludens a mediados del XVII, y una serie de estudios de las técnicas y colores, para insertar en la computadora los datos precisos.
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