El sumo pontífice intervino en la misa dedicada al Día Mundial de los Abuelos y Ancianos, mediante una homilía preparada para la ocasión y leída por monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, quien condujo la ceremonia religiosa.
Agradezcamos a sus ojos atentos pendientes de nosotros, sus rodillas que nos tuvieron en brazos, sus manos que nos acompañaron y levantaron, los juegos en que participaron con nosotros y las caricias con las cuales nos consolaron, indicó Francisco en el texto elaborado con motivo de la efeméride promovida por él.
No perdamos la memoria de la cual son portadores los ancianos, porque somos hijos de aquella historia y sin raíces nos marchitaremos, añadió.
Ellos, dijo, nos custodiaron a lo largo del camino del crecimiento, ahora nos toca a nosotros protegerles la vida, aliviarles sus dificultades, escuchar sus necesidades, crear condiciones que faciliten sus quehaceres cotidianos y no se sientan solos.
En ese sentido, el papa pidió cuidarlos ‘para que no se pierda nada: nada de su vida y de sus sueños’ y advirtió que ‘depende de nosotros hoy prevenir el lamento de mañana por no haber prestado suficiente atención a quienes nos amaron y nos dieron la vida’.
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