La inscripción se produjo en la 44 reunión del Comité del Patrimonio Mundial, celebrada en línea este martes, y que examina las candidaturas correspondientes a 2020 y 2021 e incluyó por América Latina también a sitios de Brasil, México, Perú y Uruguay.
El emplazamiento chileno consta de la falda norte del Morro de Arica y Colón 10, ambos en la ciudad de Arica, y la desembocadura de Camarones, en un entorno rural a unos 100 kilómetros más al sur.
En conjunto, esas locaciones guardan testimonios de la llamada cultura Chinchorro, de cazadores-recolectores que habitaron en la árida costa del desierto de Atacama, en el extremo norte de Chile, entre los años 5450 y 890 antes de nuestra era.
Asimismo el sitio presenta la evidencia arqueológica más antigua conocida de la momificación artificial, con cementerios que contienen tanto cuerpos momificados artificialmente como algunos que se conservaron así debido a las condiciones ambientales.
Estudios indican que los chinchorro perfeccionaron complejas prácticas funerarias, por las que desmembraban y volvían a ensamblar cuerpos de hombres, mujeres y niños para crear momias ‘artificiales’.
Estas poseían cualidades materiales, escultóricas y estéticas que se supone reflejaban el papel fundamental de los muertos en la sociedad chinchorro.
En el sitio se han encontrado herramientas creadas con materiales minerales y vegetales, e instrumentos sencillos de hueso y concha que permitían una explotación intensiva de los recursos marinos, lo que constituye un testimonio valioso de la compleja espiritualidad de la cultura chinchorro.
La directora de la Oficina de la Unesco en esa capital, Claudia Uribe declaró que la inclusión de las momias Chinchorro resulta el séptimo sitio de la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco correspondiente a este país sudamericano.
Anteriormente lo fueron el Parque Nacional Rapa Nui, las Iglesias de Chiloé, el barrio histórico de Valparaíso, las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura, la ciudad minera de Sewell y el sistema vial andino de Qhapaqñan.
Añadió que esta inscripción exige seguir con múltiples esfuerzos de conservación de este legado único de siete mil años de antigüedad, una tradición cultural desaparecida que dejó las momias más antiguas del mundo.
mem/rc
