Gracias a sus 203 proyectos en curso y a una financiación total de siete mil 500 millones de dólares, en 2020 ese organismo estuvo en condiciones de prestar asistencia a 123 millones de habitantes del planeta.
‘A pesar de los desafíos afrontados en 2020, seguimos convencidos de que es posible alcanzar el objetivo de lograr un mundo sin pobreza ni hambre’, afirmó el presidente del FIDA, Gilbert F. Houngbo.
Cuando los efectos de la pandemia amenazaron con echar por tierra años de avances en el desarrollo, perturbar los sistemas alimentarios y provocar una pandemia de hambre secundaria, los equipos del FIDA comenzaron a colaborar con los gobiernos para que las poblaciones rurales pudieran mantener sus actividades generadoras de ingresos, significó el documento.
En momentos que las cadenas de suministro y el transporte sufrieron interrupciones, los pequeños agricultores recibieron semillas, fertilizantes y otras ayudas para plantar y producir, además se incrementó el apoyo a los servicios digitales, como la comercialización y el dinero electrónico.
Asimismo, en 2020 se intensificó la labor con grupos especialmente marginados, como las mujeres, los jóvenes, las personas con discapacidad y los pueblos indígenas.
Gracias a un programa de trabajo sustentado con al menos 11 mil millones de dólares para el período 2022-2024, el FIDA pretende aumentar los ingresos de 83 millones de personas en un 20 por ciento como mínimo.
El plan prestará especial atención a los afectos del cambio climático y a la resiliencia en las zonas rurales, donde viven las tres cuartas partes de las personas más pobres y hambrientas del planeta.
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