Según la organización no gubernamental (ONG), en apenas cinco días murieron igual número de miembros de esa comunidad por la violencia.
En mayo último estallaron protestas en las ciudades mixtas o pobladas mayoritariamente por personas de origen palestino en medio de una ofensiva militar de las fuerzas de Tel Aviv contra la franja de Gaza y la represión en Jerusalén oriental.
Además de denunciar la agresión, los manifestantes reclamaron igualdad de derechos y el fin de la discriminación legal, económica e institucional.
Ciudades como Lod, Acre, Ramle y Jaffa fueron escenarios de violentos disturbios, calificados por el entonces presidente israelí, Reuven Rivlin, como ‘una guerra civil’.
Los árabes-israelíes son los descendientes de los palestinos que no fueron expulsados de sus tierras tras la creación del Estado judío en 1948. En la actualidad suman 1,9 millones de personas que suponen casi el 21 por ciento del total de población de este país.
Una reciente encuesta de la ONG reveló que el 60 por ciento de ellos no se sienten seguros en sus hogares y apenas un 17,4 por ciento afirmó confiar en la policía israelí.
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