Realizados en su mayoría en blanco y negro, los retratos tienen como génesis de inspiración la frase del poeta e intelectual de la nación caribeña José Martí: ‘Los niños son la esperanza del mundo’.
Las obras incorporan el color en objetos de especial simbolismo en la mayor de las Antillas como la bandera de tres listas azules, dos blancas, un triángulo rojo y una estrella; además de pájaros y mariposas relacionados con la sensibilidad y la delicadeza de la infancia o con la fauna típica de esta región caribeña.
‘Siempre tuve la inquietud de concebir pinturas de gran formato. La primera surgió gracias a un vecino que me prestó una de las paredes de su casa. En esa oportunidad reflejé la sensibilidad de una niña cuya foto encontré en una revista’, expresó López en exclusiva a Prensa Latina.
La repercusión, el cambio en el entorno y la inquietud de los espectadores determinaron el comienzo de la serie, en la cual su creador apuesta por la exhibición de una imagen de inocencia, belleza, alegría, ilusión y vida, tradicionalmente asociada al mundo infantil.
¿Quiénes son los niños pintados?
Auxiliado del acrílico y los barnices impermeabilizantes, Maisel garantiza la perdurabilidad de la obra el mayor tiempo posible, si bien considera que es un arte efímero, concebido para entre cinco años y una década como consecuencia de la humedad del clima y la interacción con el público.
‘Luego del primer mural tomé imágenes de los niños cubanos de entre cinco y ocho años de edad, siempre con la autorización de los padres. Resulta ahora algo simpático porque son los padres quienes vienen a mi casa con sus hijos’, aseguró.
De la carpeta colmada de fotos escoge aquellas cuyas miradas, sonrisas y expresiones quedarán, finalmente, plasmadas en las paredes. Muchas veces el realismo y destreza de los trazos contrasta con entornos sombríos, despintados, desgastados o muros de construcciones incompletas y vetustas.
El paso previo lo constituyó los permisos a las autoridades locales y la aprobación de los integrantes del barrio seleccionado, la generalidad de los Colosos aparece en el municipio Playa.
‘Las personas conocen la obra, de ahí que se abran numerosas puertas, pues ellos saben que lejos de afectar, la imagen cándida y feliz anima los lugares grises de la ciudad’, consideró el también denominado como pintor de los niños gigantes.
Todos los murales resultan una galería a cielo abierto, inscrita en el denominado arte urbano y con un mensaje diverso, consiente y responsable: ‘Las grandes proporciones llaman también la atención de la sociedad actual sobre el cuidado de los pequeños en tiempos de Covid-19’, advirtió López.
Durante la pandemia, Maisel dejó la práctica artística en las calles por los lienzos sobre temas actuales, principalmente, la crisis epidemiológica; no obstante, en esta etapa incorporó mascarillas a los murales, cuya realización demora una o dos semanas en dependencia de las dimensiones de la pared.
‘Mi obra tributa también a los médicos del país, su esmerada atención, experticia y amor; muestra la impronta del mensaje Cuba salva esparcido por el mundo con incontables ejemplos y pretende contentar el alma’, puntualizó el artista.
Justo antes de los primeros casos de Covid-19 en el archipiélago antillano, en marzo de 2020, desarrollaba un taller presencial con jóvenes y adultos amantes del universo técnico de las artes plásticas para dotarlos de habilidades y sensibilidad estética.
Además de casas y tiendas, los Colosos están en instituciones estatales como el Acuario Nacional de Cuba, tres piezas donadas al Hospital Pediátrico William Soler de La Habana y en el Hospital Saturnino Lora de Santiago de Cuba, en el oriente del país.
‘Quiero aclarar que por ninguno de los Colosos yo percibo una ganancia monetaria. Pinto porque me emociona y lo hago de corazón como un regalo para el disfrute de la gente’, concluyó López quien es merecedor, entre otros, de varios premios en el Salón Habana de Artes Plásticas.
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