Dos décadas de guerra tras invadir la nación centroasiática al amparo de la búsqueda del cabecilla de Al Qaeda, Osama Bin Laden, quien jamás apareció; dos billones de dólares del contribuyente gastados.
Además, cuatro presidentes desde 2001, dos demócratas e igual número de republicanos, para Biden la cuestión estaba clara: ‘No voy a pasarle esta responsabilidad a un quinto’.
Estados Unidos justificó su aventura bélica para destruir al movimiento talibán, pero falló, porque 20 años después muestra, fortalecido, su vuelta al poder.
En tiempo récord los insurgentes retomaron el control de Afganistán y ya anunciaron la próxima formación del Emirato Islámico, lo hicieron -otro fiasco- no en seis meses como preveían algunos analistas de inteligencia sino en apenas semanas y días.
Mientras el objetivo de entrenar a las fuerzas armadas afganas para lo cual Washington destinó en dos décadas unos 83 mil millones de dólares dejaba bastante por decir, pues los talibanes tomaron pueblos y ciudades casi sin la oposición de los efectivos gubernamentales.
Y lo que Biden trasmitió en junio al entonces presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, durante su visita a la Casa Blanca, de que ese país debía estar listo para defenderse cuando las tropas del Pentágono partieran, se derrumbó ante los anuncios de la caída, una tras otra, de las capitales provinciales hasta llegar a las puertas de Kabul.
El colapso del gobierno afgano y retorno de los talibanes, que el mandatario demócrata hace un mes consideró ‘altamente improbable’, sucedió en un abrir y cerrar de ojos.
El pasado 12 de agosto debido a la aceleración de las ofensivas militares talibanes y al aumento de la violencia y la inestabilidad, Washington decidió ‘reducir aún más’ su presencia diplomática en Kabul, informó el portavoz del Departamento de Estado Ned Price.
Para ese momento se alistaba el envío de miles de soldados estadounidenses a territorio afgano para evacuar con premura a civiles en Kabul lo que de inmediato revivió en Estados Unidos la aún abierta herida de la caída de Saigón (actualmente ciudad Ho Chi Minh) en 1975.
La foto que dio testimonio de la estampida, símbolo de la derrota en Vietnam, en la cual se ven a civiles subiendo a un helicóptero en el techo de un edificio, circuló en los últimos días en redes sociales.
áQué desastre!, escribió el cineasta Michael Moore en el post ‘Kabul, Saigón. La caída una vez más’ en su página de Facebook al afirmar que Estados Unidos fue derrotado de nuevo, ahora ‘por un ejército sin aviones bomberos, sin destructores, sin misiles, sin helicópteros, sin napalm’.
La sede diplomática suspendió este domingo todas sus operaciones consulares y emitió la alerta de que la situación de seguridad cambió rápidamente en Kabul, aeropuerto incluido.
El aviso pedía a los estadounidenses buscar refugio donde estuvieran porque, aunque no lo planteó de forma explícita, el próximo paso era…salir corriendo.
Para el senador republicano Ben Sasse (Nebraska), miembro del Comité Selecto de Inteligencia de la Cámara Alta, lo visto es el ‘desastre sin paliativos en Afganistán’ y un ‘vergonzoso abandono de Kabul, similar al de Saigón’.
Pero Biden se niega a aceptar cualquier punto de similitud entre el repliegue de Afganistán y el humillante final de la guerra en Vietnam.
‘No habrá nadie que tenga que ser evacuado por vía aérea desde el techo de la embajada estadounidense en Afganistán -expresó-. No es para nada comparable’, aunque quemaron materiales sensibles en la embajada tan rápido como pudieron y salieron con la sensación del ‘hay que irse ya’, como en Saigón.
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