El ajetreado rostro de una ciudad de más de 40 millones, la segunda más poblada del mundo, con calles, parques, bulevares, centros comerciales repletos de personas tiene una imagen bien distinta ante el alza creciente de contagiados por la epidemia.
En cada rincón de la urbe, el gel para las manos y severos controles sanitarios acompaña a los habitantes y extranjeros, que no podrá disfrutar de la ceremonia de apertura el martes en el estadio Olímpico ante la decisión de los organizadores de cancelar la presencia de espectadores en las instalaciones.
Las autoridades sanitarias de Japón reportaron más de cinco mil 300 casos en las últimas 24 horas en Tokio, la segunda cifra diaria más alta en esta capital desde el inicio de la pandemia.
Además, pocos anuncios alegóricos a la lid para los deportistas con discapacidades físicas, mentales o sensoriales encuentra el visitante en una metrópoli capaz de combinar lo tradicional y lo más novedoso en un sello de identidad único.
A ello se une el desconocimiento de los chóferes, transeúntes y hasta voluntarios del programa paralímpico y sus sedes, y solo preguntan sobre la presencia de estrellas del béisbol, fútbol o el voleibol mundial en la cita, prevista hasta el 5 de septiembre.
Sin embargo, con su amabilidad y hospitalidad llegan al corazón de todos y lo convidan a disfrutar de la justa y de una ciudad capaz de sorprenderte en cada esquina con rascacielos ultranovedosos y templos ancestrales, modernas y ultrarrápidas autopistas para autos y trenes, y ciclos vías destinadas a los ciclistas.
Toda una combinación a la que no le faltan los bosques y jardines, ríos y el amor de los japoneses al medio ambiente y una cultura milenaria aún latente en las arterias de una capital alucinante.
Más de cuatro mil 400 deportistas competirán en los Juegos Paralímpicos de Tokio y deberán someterse a pruebas diarias de la Covid-19 y limitar su movilidad.
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