En la capital argentina hay sitios de este tipo para todos los gustos, donde conviven diversos estilos de antaño con modernidad y sobre todo mucho ingenio. Así, Felix Felicis no solo es una ‘poción’de la buena suerte dentro del universo de Harry Potter, también es el nombre de un café en la barriada de Palermo.
Qué decir de La panera rosa, donde la similitud entre la estética de sus locales que pululan por la ciudad traen la nostalgia del clásico animado La Pantera Rosa, o la cafetería-librería AoKuma Café, un rincón para los amantes de la cultura del manga.
Uno de los espacios por excelencia está asentado apenas a unos pasos del Congreso de la Nación, y desde allí se puede disfrutar de un buen café contemplando parte de esa belleza arquitectónica que es el Palacio Legislativo, uno de los más grandes del mundo y erigido hace 115 años.
Ubicado en la esquina de la avenida Rivadavia y la calle Riobamba, salta a la vista Casablanca, que como su nombre lo indica, reverencia al clásico de clásicos del cine, la película inmortalizada por Ingrid Bergman y Humphrey Bogart, que el año próximo cumplirá ocho décadas.
Si en la cinta todos van al café de Rick, en Buenos Aires resulta imperdible visitar este sitio. Desde que entras, las imágenes del multipremiado filme de Michael Curtiz se reviven una y otra vez en 24 por segundo, con espectaculares fotografías y gigantografías de varias escenas, e incluso una réplica del Oscar -el codiciado premio que todo cineasta desea poseer.
Casablanca, visitado por muchos parlamentarios y turistas extranjeros, cuenta con dos pisos e invita a adentrarse en esa mágica historia de amor entre Rick Blaine e Ilsa Lund. Pero quizás lo más emotivo sea la réplica de un Rick cercano al piano donde Sam toca su clásico As Time GoesBy, inmortalizado por muchos en una instantánea.
Si a Rick y a Ilsa siempre les quedará París, quien llegue a Buenos Aires, siempre tendrá el café Casablanca.
(Tomado de Orbe)
















