La investigación de la Escuela de Medicina de esa casa de altos estudios tuvo como objetivo examinar si crear conciencia sobre el tema podría cambiar el comportamiento de sus progenitores.
La pesquisa fue revisada por padres y publicada en la revista médica Nicotine & Tobacco Research.
Unas 140 familias israelíes, con niños de hasta ocho años en los que al menos uno de los padres fuma, participaron en el estudio.
Los investigadores evaluaron el nivel de exposición de los menores a través de un biomarcador: la nicotina en el cabello, y probaron que esta se convirtió en una parte integral de la hebra del pelo originada por el cuerpo y no solo en un producto externo.
Eso significa que la nicotina fue absorbida y llegó al torrente sanguíneo, advirtieron los expertos.
Nunca se debe fumar dentro de la casa, incluso en las ventanas o en el exterior porque además de la exposición inmediata, las toxinas del humo se absorben en las paredes, alfombras y otros objetos y se liberan lentamente con el tiempo, apuntó la profesora Leah Rosen, que dirigió el estudio.
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