Cada vez que Dabbur tocó el balón anoche en el estadio Sammy Ofer, de la norteña ciudad de Haifa, fue pitado por los hinchas, incluso cuando metió el segundo gol en el minuto 20.
Desde el inicio del choque y hasta que fue sustituido en el 71 el delantero centro del club alemán Hoffenheim estuvo en el centro del huracán por sus críticas el 8 de mayo último en medio de los enfrentamientos entre judíos y árabes en este país, y las amenazas de un ataque militar israelí contra la franja de Gaza, como sucedió tres días después.
En ese entonces, el futbolista colgó en su página de Instagram una imagen de la mezquita Al-Aqsa, en Jerusalén oriental, con un mensaje que decía ‘Dios juzgará a los autores de injusticias’.
‘Esta noche no se trataba de Israel o Austria, se trataba de elegir el racismo o la democracia’, escribió en Twitter Ayman Odeh, dirigente del partido Lista Conjunta, al respaldar a Dabbur.
Los árabes-israelíes, los descendientes de los palestinos que no fueron expulsados de sus tierras tras la creación del Estado judío, en 1948, denuncian sistemáticamente que son tratados como ciudadanos de segunda.
En la actualidad suman 1,9 millones de personas que suponen casi un 21 por ciento del total de la población de este país levantino.
Según cifras oficiales, en los primeros ocho meses de 2021 más de 80 de ellos fueron asesinados por el crimen y la delincuencia.
Sólo una parte de Israel puede considerarse bajo un estado de orden público, la otra está signada por la anarquía, denunció días atrás el Comité Nacional de Jefes de Autoridades Locales Árabes.
La ONG Sikkuy asegura que una de las principales razones de las diferencias entre los ciudadanos árabes y judíos es la asignación desigual de los recursos estatales.
La segregación entre ambas comunidades es la norma en Israel, en especial en materia de vivienda y educación, subrayó.
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