La amplia revisión de los procedimientos electorales en ese sureño territorio ocurre tras meses de retrasos por los intentos de la fuerza azul de bloquear la aprobación del proyecto legislativo.
Abbott hizo de la medida su principal prioridad en dos sesiones legislativas especiales que convocó durante el verano, la primera de las cuales se paralizó cuando los demócratas de la Cámara de Representantes viajaron a Washington DC, la capital, para impedir su realización por falta de quórum.
La legislatura aprobó el proyecto de ley la semana pasada y Abbott la rubricó en la ciudad de Tyler, acompañado por sus correligionarios el vicegobernador Dan Patrick y el senador Bryan Hughes, principal patrocinador de la medida en el Senado.
‘La integridad electoral es ahora ley en el estado de Texas’, dijo Abbott, citado por el diario The Hill.
Los republicanos alegan que la nueva ley pretende restaurar la entereza del proceso electoral, casi un año después de que el expresidente Donald Trump perdiera la reelección y comenzara a difundir la teoría del fraude generalizado en los comicios, sin presentar una prueba.
Decenas de propuestas similares avalaron en lo que va de año los miembros de ese partido en varios estados del país para dificultar el sufragio en las comunidades de población negra y latina, propensas a los demócratas en las contiendas electorales.
Varias de esas iniciativas otorgan a los legisladores estatales más poder sobre el desarrollo de los comicios y facilitan la impugnación de los resultados.
Pero ya existen planes de demandar a Texas para bloquear la entrada en vigor de la ley.
El abogado Marc Elias dijo que su equipo interpuso una acusación en nombre de cuatro organizaciones texanas: dos grupos de defensa de los hispanos, una de jubilados y el mayor sindicato de maestros.
A través del reclamo impugnarán la ley en virtud de las enmiendas Primera y Decimocuarta de la Constitución, y de dos secciones de la Ley de Derecho de Voto.
Texas tiene uno de los índices de participación electoral más bajos de la nación, y los republicanos del estado siguen empeñados en limitar el acceso a las urnas, en especial para los votantes negros, advirtió Elias en un correo electrónico que mencionó el periódico.
Muchas de las disposiciones de la nueva ordenanza van dirigidas directamente al condado de Harris, el más grande de Texas y sede de Houston.
Trump se llevó a Texas y sus 38 votos electorales por casi seis puntos porcentuales, obteniendo la cuota de papeletas más baja allí que cualquier candidato presidencial republicano desde Bob Dole, en 1996. oda/dfm