El Club de Prisioneros Palestinos explicó en un comunicado que el Servicio Penitenciario del vecino país acordó ‘cancelar los castigos colectivos’, aplicados desde la pasada semana tras la fuga de seis de ellos de Gilboa, un centro de máxima seguridad.
Según los planes previos, 400 presos dejarían de ingerir alimentos en la prisión de Ramón, 300 en Ofer, 200 en Nafha, una cifra similar en Megiddo, 100 en Gilboa, 80 en Eshel y medio centenar en las instalaciones de Shatta y Hadarim
La lista incluía a unos 100 reclusos de alto rango, entre ellos Marwan Barghouti, quien está tras las rejas desde 2002.
Con una gran popularidad en las calles palestinas, Barghouti fue uno de los líderes de la primera y la segunda intifadas, como se les conoce a los levantamientos palestinos contra la ocupación israelí.
Los presos exigían el fin a la represión, los traslados arbitrarios y el aislamiento de numerosos de ellos, castigados aplicados desde la fuga de Gilboa, en especial contra los miembros de Jihad Islámica, pues cinco de los seis que escaparon pertenecían a esa organización.
Cuatro de ellos fueron recapturados, pero dos continúan en libertad pese a la cacería lanzada por las fuerzas de Tel Aviv.
En medio de ese contexto, la cancillería palestina denunció las torturas cometidas en centros penitenciarios israelíes y llamó a la comunidad internacional a detener esos crímenes.
‘La decisión de Israel de imponer formas adicionales de castigo colectivo a los cuatro mil 600 palestinos que detiene ilegalmente, incluidos mujeres y niños, así como a sus familias, exacerba las condiciones de su encarcelamiento ilegal e inhumano’, afirmó.
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