Tal simulacro nacional se trazó el objetivo de preparar a los nicaragüenses ante situaciones provocadas por fenómenos naturales como huracanes, sismos, deslaves e incendios.
La población participante en el ensayo de manera voluntaria contó con el acompañamiento del Ejército de Nicaragua, la Policía Nacional y el Cuerpo de Bomberos Unificados.
La hipótesis manejada en esta ocasión fue un terremoto de 6,2 de intensidad (similar al registrado el miércoles) que dejó viviendas colapsadas, lesionados, incendios y población en busca de refugio refugiarse en zonas seguras.
Al activarse las sirenas de emergencia a 10:00 horas (17:00 GMT) los protagonistas del ejercicio procedieron a realizar supuestas acciones de recate de lesionados, controlar incendios y calmar a la población.
En el ejercicio participaron como observadores representantes de la Agencia de Cooperación de Suiza y del Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres en América Central y República Dominicana.
Tradicionalmente el cuarto y último simulacro de este tipo tiene lugar alrededor del 20 de diciembre de cada año.
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