Según el reporte, que incluye a los residentes permanentes y no, la baja poblacional fue del 4,1 por ciento, la más acusada en los últimos 70 años.
Aunque la disminución tuvo lugar en todos los grupos ciudadanos, fue más notoria entre los extranjeros con permisos de trabajo en los sectores de construcción, astilleros e industria procesadora, con el 20 por ciento.
Las restricciones de viaje a causa de la Covid-19 sobresalieron como la principal causa del descenso, pues muchos residentes no permanentes se vieron impedidos de regresar a Singapur durante un año o más y, en consecuencia, no fueron contabilizados.
Pero el fenómeno es anterior a la pandemia: en la última década la población de la isla-estado solo creció 1,1 por ciento, la tasa promedio más baja desde 1965.
Los demógrafos atribuyen el hecho a la política migratoria más restrictiva del gobierno y a las prevenciones de la ciudadanía en medio de la actual coyuntura.
Si en 2019 la cifra de matrimonios se redujo en seis por ciento, en 2020 lo hizo al 10 por ciento, lo que obviamente se reflejó en la tasa de fertilidad.
Los especialistas también advirtieron que la población singapurense va camino a la reducción porque la tasa de mortalidad supera a la de reposición.
Singapur no solo es una de las naciones donde la población tiende a disminuir, sino una de las que más rápidamente envejece en el mundo.
En el año 2000, el 7,2 por ciento de su población del país tenía más de 65 años, pero ahora ese indicador es del 15,2 por ciento, más del doble, lo que puede acarrear graves problemas económicos y sociales.
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