En esta reunión se espera un informe del coordinador especial de Naciones Unidas para el proceso de paz en Medio Oriente, Tor Wennesland, referido a la aplicación de la resolución 2334 aprobada en 2016 por el Consejo.
Tal documento declaró que los asentamientos israelíes constituyen una ‘violación flagrante del derecho internacional’ y solicitó el fin de todas esas ocupaciones ilegales.
Además, pidió medidas inmediatas para prevenir la violencia contra la población civil, incluidos los actos de terror, y pidió a ambas partes que se abstuvieran de realizar acciones de provocación, incitación y retórica incendiaria.
El pasado 24 de septiembre, el presidente palestino, Mahmud Abbas, intervino en el debate de alto nivel de la Asamblea General de la ONU en su 76 período de sesiones y aprovechó la ocasión para convocar una conferencia internacional de paz.
Asimismo, emplazó a Tel Aviv a definir las fronteras en un plazo de un año, pese al rechazo de ese Gobierno a negociar.
Nos encontramos en una encrucijada, ya hemos tenido suficiente, esta situación no puede continuar y el pueblo palestino no puede soportarlo más, subrayó el líder árabe.
También resaltó que su pueblo extendió sus manos una y otra vez para alcanzar la paz pero no encontró un socio en Israel, para que acepte la solución de dos Estados, basada en el derecho internacional y las resoluciones de Naciones Unidas.
En tanto, el canciller palestino, Riyad al Maliki, informó al secretario general de la ONU, António Guterres, sobre los más recientes crímenes israelíes entre ellos asesinatos, detenciones y demoliciones de viviendas.
Durante una reciente reunión con el titular del organismo multilateral, el ministro de Relaciones Exteriores denunció las demoliciones de casas, expulsiones forzadas, ejecuciones sobre el terreno, los arrestos arbitrarios, el bloqueo a Gaza y los ataques diarios ejecutados por colonos judíos contra civiles palestinos.
Según destacó en ese encuentro en el marco del debate general en ONU, el pueblo palestino tiene derecho a la autodeterminación y a contar con un Estado propio, posibilidad rechazada por el primer ministro israelí, Naftalí Bennett.
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