De acuerdo con el Instituto de Investigación de Política Rurales, la tasa de mortalidad en esas áreas, donde vive aproximadamente el 15 por ciento de la población del país, es dos veces mayor que en las zonas urbanas.
Según la investigación, desde el inicio de la pandemia el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad, cobró la vida a aproximadamente uno de cada 434 estadounidenses rurales, mientras que en las urbes esa proporción es de uno cada 513.
Actualmente, aunque las vacunas redujeron los fallecimientos de manera general, la mortalidad en los campos sigue elevada, advierte la pesquisa.
Tanto académicos como funcionarios consideran que las enfermedades de base de la población rural y sus limitadas opciones de atención médica son una combinación mortal que también incide sobre comunidades negras, hispanas y nativos americanos.
Aproximadamente el 41 por ciento de los residentes fuera de las ciudades están vacunados en comparación con el 53 por ciento de quienes habitan en las urbes, según un análisis del sitio The Daily Yonder que menciona cómo en lugares alejados fue inicialmente difícil el acceso a los inmunizantes.
Asimismo, menciona el escepticismo respecto a las vacunas en esas localidades, donde crece el interés por recibir las dosis necesarias para evitar la Covid-19 cuando algún conocido muere o se enferma gravemente.
Otro de los factores que influye en la mortalidad en las comunidades rurales es la sobrecarga del sistema de salud y la falta de personal médico.
John Henderson, presidente y director ejecutivo de la Organización de Hospitales Comunitarios de Texas, dijo que desde 2005 se han cerrado 181 hospitales en zonas agrícolas y la mayoría de los existentes no tiene camas de cuidados intensivos.
En los últimos siete días como promedio 112 mil personas enfermaron de Covid-19 en Estados Unidos, donde muchos centros de salud racionan la atención debido al desbordamiento de sus capacidades.
msm/avr