La Escalinata de Antequera fue construida sobre la calle homónima como solución al desnivel existente entre dos paralelas, una de ellas ubicada en la cima del llamado Cerrito de Sansón Cue, y se convirtió en imagen obligada de las postales de Asunción a partir de entonces.
Existen otras más modestas, perdidas en rincones y casi inadvertidas, aunque, según afirman expertos, todavía conservan vestigios de una urbe exquisita apegada a las líneas clásicas en contraste con las modernas edificaciones.
Pero de acuerdo con reportajes publicados, gran parte de esas escalinatas evidencian progresivos signos de deterioro, sus estructuras están agrietadas, sin vegetación ornamental ni bancos, mucha basura regada, deficiente iluminación nocturna y el grafiti abunda como para tapar el esplendor de antaño.
A ello no escapa, del todo, la Escalinata de Antequera, a pesar de haber sido remozada varias veces, la más reciente reparación iniciada hace apenas unos meses, pues el irrespeto ciudadano continúa.
Sin embargo, sigue siendo señorial por la impresión que estimula al caminante, no solo para admirarla, sino también porque lo incita a trepar sus 81 escalones y llegar hasta la misma base de la figura que remata su cumbre.
Para la escultura de La Victoria, en la cúspide de la columna de estilo jónico que adorna la cima, se contrató al escultor italiano Luis Perlotti, en tanto la ejecución fue realizada por Carlo Pozzi y se culminó para la asunción presidencial de José P. Guggiari, el 15 de agosto de 1928, en coincidencia con el aniversario de la capital.
Un artículo al respecto precisa que el sitio constituye punto de encuentro y paseo, capaz de ofrecer dos estilos de uso: vial y recreativo.
Además, se erigió como símbolo de la ciudad durante la era dorada de las décadas dos y tres del siglo XX.
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(Tomado de Orbe)
















