La legendaria escultura está ubicada en la iglesia de Santa María en Cosmedín, a un costado del río Tíber, muy cerca del Puente Palatino, el Circo Massimo, el Foro Romano y el Coliseo.
Ya desde 1485 aparece mencionada La Boca de la Verdad, colocada donde está hoy en 1631 a instancias del papa Urbano VIII (1623- 1644). Maravillas de la ciudad de Roma, texto medieval escrito en latín como una especie de guía para peregrinos y turistas, describe: ‘Junto a la Iglesia de Santa María de la Fontana se encuentra el templo de Fauno. Esta imagen habló a Juliano, el emperador conocido como El Apóstata, y lo engañó’.
Se trata de un rostro en forma de disco de 1,75 metros de diámetro y 1 300 kilogramos de peso, con ojos, fosas nasales y boca perforados, del cual a ciencia cierta se desconoce qué utilidad tuvo originalmente y a quién corresponde su creación.
A través de los años, la imagen fue atribuida a Júpiter, al dios Océano, a un oráculo o a una divinidad de la antigua Roma.
Algunas versiones indican que su función inicial fue la de tapa de un drenaje del Templo de Hércules Invicto, que tenía un ojo similar al del Panteón.
La notoriedad se la concede una leyenda de la Edad Media, la cual sostiene que el orificio bucal se usó en los juicios contra los acusados por perjurio o adulterio, quienes para probar su verdad debían introducir la mano en la boca. Pero, ante un delito probado, alguien detrás de la máscara estaba preparado para cortar la extremidad del mentiroso.
La Bocca della Verità aparece siempre relacionada con la película Vacaciones en Roma (1953).
En esa obra, Gregory Peck logra sorprender a su compañera Audrey Hepburn al mostrarle que le faltaba la mano.
En realidad, fue una escena fuera de libreto y una ocurrencia del actor en el rodaje del filme, en el cual Hepburn tuvo su primer rol protagónico, que le valió el premio Oscar a la mejor actriz.
A su vez, la cinta alcanzó dicho galardón al guion original más destacado.
Bien sea por la fama como sitio obligado en Roma, su peculiaridad y hasta el misticismo que la envuelve, pocos son los visitantes de esta antiquísima urbe que no prueben colocar su mano en La Boca de la Verdad. Pero más que eso, todos pretenden tener una foto que ‘demuestre’ que salieron ilesos del detector de mentiras más antiguo de la historia.
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(Tomado de Orbe)
















