Durante unos meses, hemos escuchando sobre planes y operaciones policiales. ¿Cómo es posible que este año sea el más sangriento de los últimos tiempos?, escribió en Twitter la parlamentaria Aida Touma-Sliman, del partido de izquierda Hadash.
Maharan Mougrabi, de 40 años, fue atropellado y baleado ayer en Haifa y falleció este sábado en el Rambam Medical Center.
Los comités vecinales y las organizaciones sociales advirtieron al alcalde de esa urbe y a los diputados durante año y medio sobre la situación en Haifa, y no hicieron nada, denunció Jaffer Farah, director el Centro de Defensa de los Árabes.
Invierten mucho dinero en las celebraciones del festival de cine de la ciudad, pero no les importa que el único teatro árabe haya estado cerrado durante tres años, subrayó.
No obstante, la organización no gubernamental Iniciativas de Abraham fijó en 95 la cifra de muertos de esa comunidad asesinados en 2021 debido a otro criterio en el conteo.
En medio de esa situación, la etiqueta #Arab_Lives_Matter gana terreno en las redes sociales de Israel, donde crece un movimiento contra la discriminación hacia esa minoría, que representa el 21 por ciento de la población del país.
Los descendientes de los palestinos que no fueron expulsados de sus tierras tras la creación del Estado judío, en 1948, denuncian desde entonces que son tratados como ciudadanos de segunda.
En la actualidad suman 1,9 millones de personas que suponen casi un 21 por ciento del total de la población de este país.
La ONG Sikkuy asegura que una de las principales razones de las diferencias entre los ciudadanos árabes y judíos es la asignación desigual de los recursos estatales.
Sikkuy resaltó en su reporte anual 2020 que un 14,5 por ciento de las familias judías vive por debajo del umbral de la pobreza, mientras que entre las árabes el flagelo alcanza al 45,3 por ciento.
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