Para esa institución la responsabilidad de ese frenazo en seco de la industria aeronáutica recayó en los gobiernos por el incremento de las restricciones como respuesta a la propagación de la variante Delta del SARS-CoV-2, causante de la Covid-19.
Registros de la IATA indicaron que agosto cerró con una caída de la demanda de viajes del 56 por ciento en comparación con el mismo mes de 2019, lo que supone una desaceleración respecto a julio, cuando el descenso fue del 53 por ciento.
Detrás de este empeoramiento está el deterioro de los flujos domésticos, que pasaron de un retroceso del 16,1 en julio al 32,2 por ciento en agosto, mientras los viajes internacionales acortaron distancias respecto a 2019, pasando de una baja del 73,1 en julio a un 68,8 por ciento en agosto.
El director general de la IATA, Willie Walsh, precisó que los resultados en ese mes reflejaron el impacto de la la variante Delta en los viajes nacionales, incluso cuando los internacionales caminaron a paso de tortuga hacia una recuperación total que no sucederá hasta que los gobiernos restablezcan la libertad de viajar.
Las reservas de septiembre indican un deterioro en la recuperación internacional, por lo que son malas noticias para un cuarto trimestre ya de por sí tradicionalmente más débil, lamentó.
Walsh explicó que la rápida desaceleración del tráfico nacional muestra cuán expuestos siguen los viajes aéreos a los ciclos de la Covid-19, de ahí el apoyo para las compañías aéreas, tanto financiera como regulatoria.
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