Hay una brecha entre las comunidades árabes y judías, precisó al diario The Jerusalen Post y el encargado de combatir la pandemia en esa minoría, Ayman Saif.
Según datos oficiales, la tasa de vacunación es más baja entre los árabes, debido a la falta de conocimientos de salud, menor acceso al producto e información errónea.
Las cifras coinciden con las crecientes críticas al Gobierno por la violencia criminal en esa comunidad, donde se reportan un centenar de muertos en lo que va de año.
En un intento por frenar los cuestionamientos, el primer ministro Naftalí Bennett anunció el pasado domingo la creación de un comité y varias medidas para enfrentar los delitos entre los árabes, que incluirá el uso del Ejército y del Shin Bet (servicio de seguridad interior).
Sin embargo, esa última decisión causó malestar, evidenciada en las controversias de varios legisladores de izquierda. Solo la policía debe aplicar la ley a los civiles, afirmó en Twitter el diputado Ayman Odeh, líder de la Lista Conjunta, que agrupa a tres pequeños partidos de izquierda y árabes.
En similar sentido se pronunció el legislador Sami Abou Shehadah, quien encabeza la formación Balad, integrante de la alianza.
‘La mentalidad militarista que lleva al Ejecutivo a involucrar al ejército y al Shin Bet para hacer frente al crimen organizado en la sociedad árabe demuestra lo que siempre hemos dicho: el Estado de Israel trata a los ciudadanos árabes como una amenaza a la seguridad, no como civiles’, escribió en la red social.
Los descendientes de los palestinos que no fueron expulsados de sus tierras, tras la creación del Estado judío en 1948, denuncian desde entonces que son tratados como ciudadanos de segunda.
En la actualidad suman 1,9 millones de personas, que suponen casi un 21 por ciento del total de la población de este país.
La Organización No Gubernamental Sikkuy asegura que una de las principales razones de las diferencias entre los ciudadanos árabes y judíos es la asignación desigual de los recursos estatales.
Sikkuy resaltó en su reporte anual 2020 que un 14,5 por ciento de las familias judías vive por debajo del umbral de la pobreza, mientras que entre las árabes el flagelo alcanza al 45,3 por ciento.
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