Es necesario respetar el estatus histórico y legal de esa ciudad y sus lugares sagrados islámicos y cristianos de acuerdo con las resoluciones internacionales emitidas por la ONU, subrayó un comunicado de la cancillería egipcia.
El Cairo expresó su extrema preocupación por las repercusiones de la sentencia del tribunal y su impacto en la seguridad y estabilidad en la región.
Mientras, Haitham Abu Alfoul, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Jordania, calificó la decisión como nula y dijo que no tiene ningún efecto legal ya que el derecho internacional no reconoce la autoridad israelí sobre Jerusalén oriental.
Las autoridades palestinas condenaron la víspera el hecho al señalar que es una ofensa contra los musulmanes.
La Liga Árabe, Turquía, y la Organización para la Cooperación Islámica también cuestionaron la sentencia.
Es una ‘clara declaración de guerra’, aseguró el Movimiento de Resistencia Islámica palestino (Hamas), que gobierna de facto en la franja de Gaza.
Un tribunal de apelaciones de Jerusalén israelí aceptó el miércoles un recurso para permitir a los judíos acudir al complejo a rezar en silencio.
El sitio sagrado es venerado tanto por musulmanes, que lo llaman Explanada de las Mezquitas, como por judíos, que lo conocen como el Monte del Templo.
Para los primeros porque en su interior está la Mezquita de Al Aqsa, mientras para los segundos porque allí se construyeron sus dos templos bíblicos.
Según los acuerdos alcanzados hace décadas, a los judíos solo se les permite visitar el área, con numerosas condiciones, pero no rezar.
Esta comunidad realiza sus plegarias en el muro occidental, conocido como Muro de los Lamentos o de las Lamentaciones, que constituye una barrera exterior de la Explanada y representa el único vestigio el segundo templo bíblico, construido por el rey Herodes.
La explanada de las Mezquitas forma parte de la ciudad vieja, ubicada en la parte oriental de la metrópoli, ocupada por el ejército de Israel durante la guerra de 1967.
En 1980 ese país declaró a toda la urbe como su capital eterna e indivisible, una postura rechazada por la comunidad internacional, que considera la zona este como parte del futuro Estado palestino.
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