En su lugar, indica el documento, se centrarán en los empleadores que se aprovechan de los indocumentados para explotarlos.
No toleraremos que inescrupulosos abusen de los trabajadores no autorizados e impongan condiciones laborales insalubres o peligrosas, señala el texto.
En el año 2000, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, en inglés) tuvo un promedio diario de 40 mil personas detenidas y actualmente tiene poco más de 21 mil 800 bajo su custodia en diferentes centros de detención del país.
Específicamente las redadas en sitios de trabajo bajaron de seis mil en diciembre de 2020 a tres mil 600 en agosto de este año, según estadísticas del ICE.
Esta decisión se suma a la anunciada el pasado 30 de septiembre, cuando el presidente estadounidense, Joe Biden, adoptó nuevas directrices sobre las deportaciones en un intento por mejorar la imagen de su gobierno respecto a la crisis migratoria existente en el país.
Esas reglas, que entrarán en vigor el 29 de noviembre, buscan evitar la expulsión de individuos que llevan tiempo en el territorio estadounidense y no tienen antecedentes penales.
Las acciones llegan cuando la agenda de inmigración de Biden es objeto de críticas por parte de demócratas y republicanos, quienes alegan que la administración actual prometió un enfoque más humano respecto al tema y aún aplica políticas de la era del mandatario Donald Trump (2017-2021).
Según analistas, la Casa Blanca intenta retomar la narrativa planteada al inicio del mandato sobre la promoción de leyes migratorias más ‘humanitarias’, una idea que con las estrictas medidas aplicadas en los últimos tiempos está cada vez más lejos de la realidad.
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