Las autoridades nacionales acordaron reducir los índices existentes en un 30 por ciento para el 2025, pero la pandemia de la Covid-19 empeoró la situación debido a los confinamientos y cambios significativos en los estilos de vida, afirmó el director de Enfermedades no Transmisibles y Salud Mental de la entidad, Anselm Hennis.
Es sumamente importante que los gobiernos aceleren sus iniciativas para alcanzar esa meta, subrayó el ejecutivo, en busca de un cambio en los productos procesados y ultraprocesados, de donde proviene la mayor parte del sodio consumido en la dieta.
Las acciones sugeridas incluyen una reducción de la sal en el pan, cereales, granos, carnes, lácteos y presentan ‘umbrales’ máximos del condimento para 16 categorías y 75 subcategorías de alimentos a reformular.
Si queremos lograr transformaciones sustantivas necesitamos que los propósitos se adopten con un enfoque regulatorio en lugar de voluntario, exigió el asesor regional en Nutrición y Actividad Física de la OPS, Fabio Da Silva Gomes.
Hacerlo así es la única forma en la que los Estados podrán bajar la ingesta media de sal en la población para el 2025, en un contexto en el que las ventas de los productos procesados y ultraprocesados con contenido excesivo de sodio sigue creciendo, sostuvo.
Estudios recientes evidencian que los habitantes de la región superan en consumo los cinco gramos (dos gramos de sodio) diarios recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cifras que oscilan entre 8,5 a 15 gramos por persona.
Una reducción de esos parámetros puede prevenir la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares, principales causas de muerte en América, advierten los expertos.
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