Las medidas fueron dictadas por el presidente del Consejo Soberano de Transición (CST), general Abdel Fattah al Hamdun, quien apoyó el levantamiento de los militares, segundo desde fines de septiembre pasado; el primero fue controlado por tropas leales al primer ministro Abdallah Hamduk.
Tras la deposición y arresto de Hamduk y sus ministros, miles de manifestantes inundaron las arterias de esta capital y de la ciudad gemela de Omdurmán en demanda de la reinstauración del gabinete con saldo de siete u ocho muertos y alrededor de 90 heridos, según reportes divergente.
El primer ministro fue retenido durante 48 horas y devuelto a su residencia el miércoles bajo estricta vigilancia.
Los disturbios callejeros cesaron la víspera, pero las actividades económicas están detenidas en respuesta a la exhortación a la desobediencia civil difundida por una coalición de partidos políticos y las autoridades en control del país cortaron las telecomunicaciones.
La ONU, la Unión Africana y la Liga Árabe, entidades a las que pertenece Sudán, demandaron el retorno a la institucionalidad, pero el liderazgo del movimiento militar, encabezado por el presidente del CST hizo oídos sordos.
Horas atrás el Consejo de Seguridad de la ONU analizó la crisis, pero no pudo adoptar una resolución debido a la negativa de Rusia y China, miembros permanentes de ese órgano y con derecho de veto, que rehusaron describir el levantamiento castrense como golpe de Estado.
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