Andersson, de 54 años, podría pasar a la historia como la primera mujer en ocupar la jefatura de Gobierno en la nación nórdica, de convertirse en los próximos días en la sucesora del también socialdemócrata Stefan Lofven, quien presentó este miércoles su dimisión ante el Parlamento.
Lofven apoya la elección de la actual presidenta de su partido, sobre la cual afirmó que “cuenta con toda la confianza del pueblo sueco, el cual desea verla como primera ministra”.
La nueva líder del SAP se afilió a esa agrupación política con 16 años y entre 1996 y 2004 trabajó en la oficina del entonces primer ministro, Goran Persson.
En 2012 Lofven la puso al frente de los temas económicos del partido hasta que en 2014 fue nombrada como ministra de Finanzas de su Gobierno, cargo que aún ocupa.
Tras asumir la jefatura de su partido el 4 de noviembre último, Andersson declaró que aceptaba el puesto porque consideraba que su país «puede hacerlo mejor» y destacó entre sus prioridades el fortalecimiento del Estado del Bienestar, así como la lucha por preservar el medio ambiente y el combate a la delincuencia.
«Quiero que Suecia lidere el cambio climático, para que podamos construir una sociedad sostenible a largo plazo, crear los puestos de trabajo del futuro y ser un modelo a seguir en todo el mundo», expresó.
Indicó además el propósito de «retomar el control democrático sobre las escuelas, la atención médica y el cuidado a los ancianos”, declaraciones que despertaron revuelo al considerarse una señal de acercamiento a las posiciones del ala izquierda de su partido y a los electores otrora afines al SAP que en tiempos recientes pasaron su voto a los socialistas.
El ascenso de Andersson ocurre tras la caída de Lofven, de 64 años, quien asumió el cargo en 2014 y a mediados de junio último se convirtió en el único primer ministro en la historia de ese país que perdió en la votación de una moción de censura del Parlamento en su contra.
Ello motivó su temporal salida del cargo hasta que dos semanas después los legisladores aprobaron su reelección.
Ese hecho mostró el creciente rechazo a su gestión y, aún cuando se mantuvo en el puesto, se vio precisado a fines de agosto a anunciar su renuncia a la presidencia de su partido y su dimisión como jefe de Gobierno, que finalmente presentó el 10 de noviembre.
El SAP, la mayor y más antigua fuerza política de la nación escandinava, obtuvo resultados preocupantes en recientes encuestas, con solo un 25 por ciento de aceptación, seguida muy de cerca por el conservador Partido Moderado, con un 22 por ciento.
El panorama se agrava por el ascenso en los últimos años de la agrupación ultraderechista Demócratas de Suecia, fundada en 1998, considerada la continuadora del legado neonazi.
En las elecciones generales de septiembre de 2018 las agrupaciones políticas mejor posicionadas fueron los partidos Socialdemócrata, con el 28,26 por ciento de los votos; Moderado (19,84), Demócratas de Suecia (17,53), del Centro (8,61), La Izquierda Socialista (8,0), Demócratas Cristianos (6,32), Liberales (5,49) y Los Verdes (4,41).
Con la salida de Lofven y la elección de Andersson los socialdemócratas buscan aliviar la crisis política que amenaza sus posibilidades en los comicios previstos para el 11 de septiembre de 2022.
Tras la dimisión del actual primer ministro el presidente parlamentario debe programar la votación en el legislativo para elegir su sucesor.
Aunque todo apunta a una casi segura elección de Magdalena Andersson para ese cargo, según el sistema sueco la misma no podrá tener la mayoría parlamentaria en su contra, por lo que en el actual escenario le resultará necesario lograr el voto favorable o la abstención de las bancadas del Partido del Centro y la Izquierda Socialista.
Un vocero de los socialistas ya anunció que su agrupación política condiciona su apoyo a la líder socialdemócrata y demanda en tal sentido el compromiso de la misma a posponer los planes de una reforma laboral parcial, exigida por los centristas.
De ser electa, Andersson se propone ampliar el apoyo del electorado a su partido con una renovación de la socialdemocracia dirigida a recuperar los votantes que se inclinaban tradicionalmente por el SAP y ahora respaldan a otras fuerzas políticas, una ardua tarea que debe dar frutos en los 10 meses que restan para los próximos comicios.
acl/ort