Es una cadena de adversidades que comienza con los brotes de enfermedades provocadas por la contaminación de las aguas y la malaria transmitida por los insectos que se reproducen en las charcas, además de la hepatitis E, precisaron delegados de agencias humanitarias de la ONU y ongs.
Los aguaceros comenzaron en mayo pasado y abarcan la mayoría del territorio de Sudán del Sur, el país más joven del planeta, de población animista y cristiana, surgido de la separación de su territorio de la parte norte, en la cual habita una mayoría de confesión musulmana, tras una prolongada guerra civil.
La situación amenaza complicarse por la persistencia de los aguaceros pronosticada por los servicios meteorológicos con la consecuencia de un aumento de los desplazados internos cuyo número al presente sobrepasa los 300 mil, hacinados en precarios campamentos de refugiados.
El estimado de personas desplazadas por las inundaciones bordea los 800 mil, con tendencia al aumento en la misma medida que persistan las lluvias.
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