Roble declaró la víspera el estado de emergencia humanitario, especialmente en las regiones del centro y el sur de este país.
La medida se anunció después de conocerse un informe en el que se espera un agravamiento de la falta de agua potable, alimentos y pastos para el ganado, que ya aqueja a más de 2,3 millones de somalíes, de acuerdo con cifras de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El gobernante pidió al pueblo, a la iglesia, las empresas y a la comunidad mundial ayuda para paliar la crisis, que se estima afecte a 7,7 de los 15,8 millones de habitantes para abril del año próximo.
Por si fuera poco más del 70 por ciento de los somalíes viven por debajo del umbral de pobreza, situado por la ONU en 1,5 dólares diariamente.
«Los afectados ya soportaron décadas de conflicto, choques climáticos y brotes de enfermedades», expresó el representante especial adjunto del secretario general de la ONU en este país, Adam Abdelmoula, quien también actúa como Coordinador Residente y Humanitario.
Desde 1990 Somalia, uno de los más dañados por el cambio climático, sufrió 12 eventos de sequía y 19 inundaciones.
La actual situación provocó el desplazamiento de unas 100 mil personas en busca de agua, saneamiento, comida y pastos para el ganado.
La falta del líquido también provoca el incremento de enfermedades como el sarampión, el cólera, otras diarreas, la hepatitis A, la fiebre tifoidea y la poliomielitis.
Este Estado vive en una situación de conflicto y caos desde el derrocamiento del ya fallecido presidente Mohamed Siad Barre, en 1991.
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