En un análisis que publica el sitio digital, www.theamericanconservative.com, Douglas Macgregor, Coronel (retirado) miembro senior de The American Conservative y exasesor del Secretario de Defensa en la administración Trump, valora la actual crisis que enfrenta a Estados Unidos con China en Taiwan y Rusia en Ucrania.
Washington se está convenciendo a sí mismo para entrar en guerra de nuevo. Las señales son inequívocas, plantea el experto.
En ese escenario, planteó, los nerviosos aliados europeos consideran que la concentración de tropas rusas en el este de Ucrania es una prueba de una inminente invasión y la administración Biden responde diciendo que el apoyo de Estados Unidos a Ucrania es «férreo».
Cuando los políticos estadounidenses y los altos mandos militares invocan la amenaza de guerra, los estadounidenses deben tratar sus comentarios con seriedad, apuntó al valorar un escenario parecido ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial y que terminó en el letal ataque japonés a Pearl Harbor.
¿Es ahora el momento de que el presidente Biden adopte posiciones políticas inflexibles en el este de Ucrania o en Taiwán de las que es muy difícil retirarse?, preguntó el exmilitar.
Recurrir al uso del poder militar contra oponentes continentales como China o Rusia -naciones que luchan en su propio «extranjero cercano»- exige el empleo persistente de poderosas fuerzas terrestres, aéreas y navales estadounidenses y aliadas, explicó.
Las fuerzas armadas estadounidenses de hoy no están más preparadas para esta misión de lo que estaban nuestras fuerzas en diciembre de 1941 cuando Pearl Harbor.
Con pocas excepciones, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es una colección de protectorados militares estadounidenses que aportan una modesta capacidad a una lucha dirigida por Estados Unidos. Alemania es una superpotencia económica, pero un pigmeo militar, agregó.
Hasta la fecha, sólo Japón ha reconstruido una fracción de su antiguo poder militar, pero la idea de que se uniría a Estados Unidos en una guerra contra China o Rusia es fantasiosa, indicó.
Para casi todos, puntualizó, excepto para Washington, China no es el Japón imperial y Rusia no es la Unión Soviética. En todo caso, todo el mundo en Asia quiere hacer negocios con China, no luchar en una guerra regional destructiva.
Advirtió Macgregor que una ofensiva convencional de alto nivel lanzada por fuerzas terrestres rusas desde su territorio que podría resultar imposible de detener es el mayor peligro.
¿Terminará finalmente la paciencia de Moscú con los ataques ucranianos en el territorio controlado por Rusia en el Donbass? La respuesta no está clara, afirmó.
En una futura colisión con las fuerzas rusas en el Mar Negro o en el este de Ucrania, Moscú posee una capacidad segura de armas nucleares de segundo ataque que las fuerzas armadas estadounidenses no pueden derrotar, estimó el analista.
Pearl Harbor es un sombrío recordatorio de que las amenazas sin la capacidad de llevarlas a cabo no constituyen una disuasión. La idea merece la consideración del Presidente Biden, subrayó el coronel (R) estadounidense.
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