Considerado un halcón por sus posturas de fuerza contra los palestinos y favorable a la expansión del Estado judío, Netanyahu dejó un país profundamente dividido en torno a su figura y una crisis que provocó cuatro elecciones en apenas dos años.
Durante su mandato, su estrategia de “divide y vencerás” fragmentó a la sociedad israelí: judíos versus árabes, ortodoxos versus seculares e izquierda versus derecha.
Tras meses de incertidumbre, ocho partidos de disímiles tendencias ideológicas sorprendieron en junio a expertos y a la opinión pública al acordar un pacto de mínimos para formar gobierno y desplazar así a Bibi o el rey Bibi, como es conocido en su país el dirigente del Likud, la mayor fuerza política em Israel.
Desde esse partido y el resto de la derecha opositora auguraron un rápido derrumbe de la alianza, pero con el correr de los meses se mantiene en el poder, aunque con evidentes fisuras
Mientras, crece el descontento contra Netanyahu en sus propias filas, donde aumentan las voces que piden un relevo para el político de 72 años.
El diario electrónico The Times of Israel reveló recientemente que enfrenta una creciente rebelión interna, no solo por el fracaso electoral, sino además por la forma de tratar a sus aliados, que ahora le pasan factura.
En octubre, el legislador y extitular de Salud Yuli Edelstein anunció que desafiaría al ex primer ministro por el control de la agrupación ultraderechista.
Destacó entonces, en clara referencia al partido Yamina, que miembros de la actual coalición de gobierno ideológicamente son cercanos al Likud, pero rechazaron un pacto por su discrepância con Netanyahu, acusado de recibir sobornos, fraude y violación de la confianza en tres casos separados.
No obstante, las encuestas le otorgan por el momento una sólida ventaja a Bibi entre los Likudniks, como se conocen a los miembros de la formación fundada por el ex primer ministro Menajem Beguin en 1973.
LA ALIANZA DISPAR
En la otra orilla la gubernamental alianza se anotó a principios de noviembre una doble victoria con la aprobación de los presupuestos nacionales de 2021 y 2022, que alejó la posibilidad de elecciones anticipadas.
No solo fue un triunfo en sí, sino también un golpe a la imagen de Netanyahu, quien en sus últimos tres años en el poder no logró pasar una ley de gastos.
Sancionar esas iniciativas fue una prueba clave para la coalición de ocho partidos encabezada por el primer ministro Naftali Bennett, tanto para demostrar que, pese a las disparidades, puede unirse en temas importantes como para evitar nuevos comicios, destacó el diario The Times of Israel.
La coalición tiene apenas 61 curules en la Knesset (Parlamento), por lo que cada voto fue decisivo para evitar la caída de Bennett, antiguo aliado y delfín de Netanyahu, con quien comparte posiciones ultranacionalistas.
De hecho, antes de distanciarse, se desempeñó como su asesor, asistente principal y jefe de gabinete, además de dirigir los ministerios de Asuntos de la Diáspora, Educación y Defensa en gobiernos del otrora primer ministro.
No obstante, el amplio abanico político que encabeza hace muy difícil, sino imposible, buscar un consenso, en especial cuando se aborda el tema palestino.
Solo el rechazo a la vuelta al poder de Netanyahu une a un sector de la ultraderecha, agrupado en torno a los partidos Yamina e Israel Beitenu, a los pacifistas del Meretz, a la Lista Árabe Unida (Raam), y a los laboristas.
El cuadro lo completan Azul y Blanco, dirigida por el ministro de Defensa Benny Gantz; Nueva Esperanza, del titular de Justicia Gideon Saar, y Futuro, del canciller Yair Lapid, quien según el pacto, deberá reemplazar a Bennett en 2023.
COMPROMISO ENDEBLE
Los medios de prensa consideran sorprendente ver unidos en el mismo bando al dirigente de Israel Beitenu, Avigdor Lieberman, quien sugirió una vez decapitar a los miembros desleales de la minoría árabe, y a Mansour Abbas, que encabeza al islamista Raam.
Pero ese compromiso es endeble, pues según el diario The Jerusalén Post, si Netanyahu abandona el barco, la oposición de derechas (en la actualidad con 53 escaños) tiene grandes chances de volver al gobierno con el respaldo de Nueva Esperanza, Azul y Blanco, e incluso con el apoyo de varios diputados de Yamina.
El Canal 12 reveló recientemente unos comentarios de Bennett, que confirman el pesimismo al interior del bloque y llegó a considerar que Lapid no tendrá tiempo para reemplazarlo pues la alianza se derrumbará antes.
“La rotación no se llevará a cabo. Lo más probable es que el gobierno se disuelva entre (la aprobación del) presupuesto y la fecha acordada por una variedad de razones”, subrayó el político en unas palabras confirmadas luego por su oficina.
A ello se suman las profundas diferencias en torno al tema palestino entre los partidos más escorados a la izquierda, respaldados por Raam, y de la otra acera: Yamina e Israel Beitenu.
Tanto Bennett como su segunda en Yamina y actual ministra del Interior, Ayelet Shaked, dejaron claro en reiteradas ocasiones que no detendrán la colonización judía en Cisjordania ni tampoco retomarán el proceso de paz.
El Ejecutivo anunció en noviembre la construcción de más viviendas en los asentamientos ubicados en la margen occidental, en claro desafío a la comunidad internacional, que reaccionó con duras críticas al plan.
Como lo calificó un medio de prensa nacional, el futuro de “esta alineación sin precedentes es difícil de evaluar debido a su singularidad en la historia política israelí”.
Más allá de conjeturas, el hecho cierto es que “la coalición del cambio” le arrebató al rey Bibi la corona en 2021, aunque en Israel muchos realizan apuestas sobre cuánto tiempo más los aliados continuarán unidos.
rmh/rob
* Corresponsal jefe de Prensa Latina en Egipto