Su densidad poblacional es de apenas tres habitantes por kilómetro cuadrado. Solo 40 millones de rusos residen allí (28 por ciento del total nacional) y de ellos siete de cada 10 viven en áreas urbanas, las más importantes ubicadas en el sur, a lo largo de la línea del tren transiberiano.
Las razones son lógicas: el territorio es de los más fríos a nivel global, más del 60 por ciento permanece congelado durante todo el año, y los duros inviernos espantan con temperaturas de menos 70 grados Celsius. Sin embargo, los veranos son cálidos, con 35 grados Celsius en algunas zonas.
En la tundra siberiana se encuentra la ciudad más helada del orbe, Yakutsk -la capital de la República de Sajá-, a 450 kilómetros del polo norte, con seis husos horarios desde Moscú y menos 42 grados Celsius como promedio en invierno.
La crudeza del clima genera precipitaciones en forma de grandes copos de nieve, los cuales pueden alcanzar 30,5 centímetros de diámetro, o nevadas llamadas polvo de diamante, pues asemejan agujas.
Pese a las difíciles condiciones para la vida, en 2010 fueron descubiertos restos que identificaron la presencia humana en esta zona hace 125 000 años, los cuales se clasificaron como Denisovanos, ya que la primera muestra de ADN se extrajo del hueso de una niña hallado en las cuevas Denísova.
De acuerdo con historiadores, el origen de la palabra Siberia es desconocido, aunque varias fuentes consideran que surgió de “sib ir”, cuyo significado es “tierra dormida” en el idioma de los tártaros, quienes dominaron Europa Oriental y esta región en el siglo XIII.
Allí hay grandes reservas de níquel, oro, plomo, molibdeno, diamantes, zafiros, plata y zinc, así como de petróleo y gas natural, principalmente en la remota parte oriental.
El territorio ruso al este de los montes Urales y hasta el océano Pacífico es conocido también por su lago Baikal, el más profundo (1 680 metros) y la mayor reserva de agua dulce del mundo, que representa el 20 por ciento de la no congelada de todo el planeta.
Rodeado de montañas, se alimenta de más de 330 ríos y cuenta con 20 islas, entre ellas Oljón, de un área de 730 kilómetros cuadrados.
Otro de sus récords es la línea ferroviaria transiberiana, la más larga de la Tierra, que con sus nueve mil 288 kilómetros conecta a Moscú y la ciudad portuaria de Vladivostok, en el extremo oriente, un viaje de siete días y seis noches que atraviesa siete husos horarios y resulta fascinante por los bellos paisajes.
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(Tomado de Orbe)