El jefe del Gobierno de Londres repitió las amenazas contenidas en la declaración aprobada el domingo por los cancilleres del G7 (Reino Unido, Alemania, Italia, Canadá, Estados Unidos, Francia y Japón), la cual estuvo basada en evaluaciones y datos falsos, afirmó este miércoles la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova.
“Como era de esperar, teniendo en cuenta la coyuntura actual, no vimos nada constructivo en esta declaración. El mismo conjunto de frases trilladas, estereotipos, acusaciones que resultan en un mensaje completamente falso sobre los supuestos preparativos militares de Rusia en relación con Ucrania”, dijo la representante rusa.
Moscú repitió que el país no constituye un peligro para nadie. También ha denunciado la maquinaria montada con el apoyo de los medios de comunicación occidentales para fijar la matriz de opinión de la supuesta amenaza rusa.
A la vez, señaló que sus tropas tienen el derecho de moverse dentro del territorio ruso, a diferencia de naciones que si invaden y transgreden fronteras extranjeras.
Por demás, Rusia lleva meses advirtiendo sobre el acercamiento constante de unidades del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a sus fronteras, y más recientemente sobre la militarización de naciones vecinas, sobre todo Ucrania, pero de nada vale.
El presidente Vladimir Putin alertó en abril de este año que si alguien percibe las buenas intenciones de Moscú como “indiferencia o debilidad” sabrá que “la respuesta de Rusia será asimétrica, rápida y dura”.
Los llamados a la cordura por parte del Kremlin han sido continuos y reiterados: en los últimos días, las alarmas fueron sonadas en conversaciones de Putin con las jefaturas de Francia, Finlandia, Estados Unidos y Reino Unido, aunque seguro vendrán más.
En todas, el representante de Moscú instó a las partes al establecimiento de garantías legales internacionales que impidan la expansión adicional de la Alianza Atlántica hacia el este.
Ante los mandatarios de esos países, el jefe de Estado ruso puso ejemplos de la línea destructiva de las autoridades ucranianas, dirigida al desmantelamiento completo de los acuerdos de Minsk de 2015, y de los compromisos en el Formato de Normandía (Rusia, Francia, Alemania y Ucrania).
Expresó además su seria preocupación por las acciones provocadoras del Gobierno de Ucrania contra Donbass, y por el peligro de una confrontación bélica.
Ante sus reclamos, las contrapartes dijeron casi lo mismo, aunque en diferentes idiomas: enfatizaron la naturaleza supuestamente “amenazante” de los movimientos de las tropas rusas cerca de las fronteras ucranianas y se refirieron a las posibles sanciones que estarían en condiciones de aplicar en caso de una mayor escalada de la situación.
Sobre el tema, Putin subrayó que la responsabilidad de lo que pueda suceder no debe recaer sobre los hombros de Rusia, ya que es la OTAN la que intenta de manera peligrosa instalarse el territorio ucraniano y acumula su potencial militar en sus fronteras.
Kiev, por su lado, firmó recientemente nuevos convenios con el Pentágono para el reforzamiento de su infraestructura militar y la posibilidad de brindar su territorio como polígono de pruebas, ante el fantasma de la agresión rusa.
El presidente de esa nación, Vladimir Zelensky, manifestó su entusiasmo por la posible aceptación del país en el bloque militar.
Sin embargo, analistas militares coinciden en que de ingresar a la OTAN, Ucrania se transforma, por su vecindad, en la amenaza más cercana para la seguridad de Rusia.
De ahí que el riesgo de una confrontación se cierne sobre las dos naciones eslavas, hermanas durante siglos, convertidas en enemigas por la voluntad de Kiev y de los intereses extranjeros, mientras Washington observa desde lejos.
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