El expresidente y líder del Partido de los Trabajadores cuenta con el apoyo mayoritario de no solo esa formación política, sino de otras también representantes de la izquierda, incluso de posturas reconocidas como centristas.
Para mayor fortuna de cara a las urnas, Lula también cuenta con el respaldo de un por ciento nada despreciable de brasileños que en 2018 dieron su voto a Bolsonaro.
¿Quiere decir esto que la era Bolsonaro llegó a su fin?, ¿Qué el gigante suramericano tiene la mirada puesta en un futuro diferente a lo que representa el mandatario durante otros cuatro años?
La respuesta está en los resultados de la gestión del presidente, considerada entre las peores de la historia del país en todos los aspectos, incluidas sus polémicas declaraciones y decisiones en torno a temas tan sensibles como los efectos negativos de la pandemia de la Covid-19.
– Bolsonaro no representa a la mayoría de sus compatriotas
La censura hacia todo lo que representa el mandatario se traduce en la rendición hacia una figura y políticas contrarias al sentir de la mayoría de los brasileños.
A tres años de su llegada al Palacio de Planalto (sede del ejecutivo) todo apunta a que la era Bolsonaro terminará con muchas penas y ninguna gloria, solo la de profundizar los problemas de una sociedad tan diversa y desigual como la Brasil.
Una reciente encuesta de PoderData indicó que el 37 por ciento de los entrevistados consideró que la vida y otros indicadores sociales y económicos cayeron de 2018 a la fecha.
Esa percepción negativa está muy vinculada al escenario económico y la reducción del poder adquisitivo de las mayorías, afectada por la inflación y el alza de los precios de los alimentos, combustibles para cocinar y los vehículos, vivienda, salud, educación, y otros productos y servicios de primera necesidad.
Un sondeo de Quaest también valoró de negativa la labor del ejecutivo, la mitad de los encuestados argumentó una deficiente gestión de la pandemia de la Covid-19, el combate a la corrupción, y la reducción de violencia y la criminalidad, entre otras faltas.
De ahí que si las elecciones fueran convocadas para hoy, Bolsonaro, afiliado hace poco al Partido Liberal, contaría con apenas un 23 por ciento de los votos válidos.
– Lula, ¿cambio de rostro o alternativa política viable?
Los argumentos contra Bolsonaro harían pensar que cualquier alternativa es válida, sin embargo Lula es un candidato con unas cartas credenciales invaluables que demostró durante sus mandatos (2003-2010) tener ninguna relación con las políticas tradicionales del país.
Las encuestas perfilan al representante del PT como gran favorito para ocupar Planalto tras las elecciones de octubre de 2022, sin embargo el camino no es expedito.
La derecha brasileña demostró en más de una ocasión cuan efectiva puede ser si de lograr sus objetivos se trata, solo recordar que el propio Lula fue inhabilitado políticamente mediante procesos judiciales basados en falsas acusaciones.
Para el analista Luís Costa la respuesta está en la alianza de partidos de centro e izquierda entorno al PT y la necesidad de poner fin a viejas y viciadas prácticas de la derecha, en los últimos años dirigidas por la ultraderecha que representa Bolsonaro.
Esa línea de acción política, conocida en Brasil como bolsonarismo, debe ser, a su juicio, superada, encerrada y enterrada “en un ataúd sellado con plomo, como se hace con los desechos tóxicos”.
Costa, director editorial de Brasil 247, considera que el llamado bolsonarismo significa “odio, la división del país y el desmantelamiento de las políticas públicas que dieron organicidad a la larga lucha de una nación destinada a luchar incansablemente contra su realidad para reducir la abismal brecha de las desigualdades sociales”.
El país necesita superar esas manifestaciones de animadversión a lo interno de la sociedad y sus representantes políticos, para ello, opinó Costa, es necesario un nuevo pacto social, cambios en las dinámicas de producción y distribución de las riquezas.
“Solo la reconciliación de los brasileños con una agenda social, política y económica enfocada en la reindustrialización, basada en estrategias de sustentabilidad y preservación ambiental, además de tejer un compromiso ineludible con la distribución del ingreso y la recuperación de la fuerza del Estado como regulador y mediador de conflictos, nos traerá esta victoria”, argumentó.
A ese punto debemos enfocar la mirada, opinó Costa, desde la institucionalidad, empleando el arsenal político existente para hacer viables las alianzas necesarias, podremos revertir la situación en las urnas.
“No hay tiempo que perder, hay un Brasil al que rescatar del fondo del pozo”, concluyó.
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