Según los promotores, este sábado existían razones de peso para relanzar las manifestaciones que se producen desde hace seis meses: los comentarios del presidente Emmanuel Macron, quien dijo estar dispuesto a “fastidiar” a los franceses que insistan en no vacunarse, y el debate en el Parlamento de un proyecto de ley para transformar el actual pase sanitario.
La Asamblea Nacional ya adoptó en primera lectura la iniciativa que convertirá este pase en pase de vacunación, por lo que el acceso a aviones, restaurantes, cines, teatros, eventos deportivos y otros lugares será condicionado a la presencia probada de un esquema completo de inmunización frente a la Covid-19.
El Gobierno espera poner en vigor el nuevo documento para mediados de este mes, a partir de la acelerada propagación de la variante Ómicron del coronavirus SARS-CoV-2, atizando la ira de los anti-vacunas en suelo galo y de los que denuncian una alegada violación de las libertades individuales en el combate a la enfermedad.
Respuestas directas a Macron por sus comentarios de hace unos días y acusaciones de que el Gobierno pretende imponer una “covidictadura”, abundaron en las protestas, que en sentido general se desarrollaron sin problemas.
En la sureña ciudad de Montpellier sí se reportaron enfrentamientos entre manifestantes y policías, con informaciones de algunos daños materiales causados por participantes.
Una vez más París fue el epicentro de las movilizaciones contra las vacunas, con dos marchas simultáneas, pero también protestaron miles de personas en la propia Montpellier, así como en Lyon, Marsella, Estrasburgo y Toulouse.
Cerca del 80 por ciento de los franceses están vacunados con las dos dosis para neutralizar al SARS-CoV-2, muchos de ellos con la inyección de refuerzo ya en su organismo, pero más de cinco millones siguen sin inmunizarse, por lo que reciben presión del Gobierno para que cambien de parecer.
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