De acuerdo con un reporte de la entidad, la semana pasada eran nueve mil 202 las clases sin acoger alumnos, de un total de 527 mil 200 en todo el país.
Respecto a las aulas cerradas por la ausencia de maestros, estas representan un 2,7 por ciento, en un escenario agravado por la más contagiosa variante Ómicron del coronavirus SARS-CoV-2.
Antes de la Navidad, las clases sin abrir no llegaban a tres mil, por lo que el dramático incremento a dos semanas de reanudado el curso responde al auge de la citada mutación, dominante en Francia desde finales del año pasado.
El gobierno ha modificado varias veces los protocolos sanitarios en las escuelas, colegios y liceos, bajo el argumento de mantenerlos abiertos, sin que su política convenza a varios de los actores de la educación.
La víspera, decenas de miles de profesores, directivos, personal de apoyo y padres de estudiantes salieron a las calles de esta capital y otras ciudades, en una jornada de huelga nacional en el ámbito de la enseñanza para denunciar lo que calificaron de mal manejo gubernamental de la pandemia en el sector.
Convocado por una decena de gremios de la educación, el paro motivó el cierre de muchas clases, sin que coincidan las cifras de personas que acompañaron la protesta divulgadas por el ejecutivo y los organizadores, estas últimas más elevadas.
Se esperan nuevas movilizaciones el 20 de enero, pese al llamado del primer ministro Jean Castex al diálogo y a las promesas de mejorar la situación de la seguridad en los centros docentes frente a la Covid-19, con medidas como la entrega de máscaras FFP2 a los maestros.
En el centro de las críticas está el ministro de Educación de Francia, Jean-Michel Blanquer, quien en las últimas horas reconoció errores y presentó sus excusas, aunque el gobierno le ratificó la confianza.
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