Hace solo unos días, la cancillería palestina denunció la aprobación de sucesivos proyectos de construcción de colonias israelíes para aislar la zona oriental de Jerusalén Oriental del resto de Cisjordania.
El texto condenó el hostigamiento de los colonos, las demoliciones de viviendas palestinas, la limpieza étnica, la represión, el abuso y las restricciones impuestas por ese país.
Las autoridades de Tel Aviv aprobaron a principio de este año cinco proyectos de construcción de tres mil 557 viviendas para judíos en esa región de Cisjordania.
El plan incluye la construcción de nueve mil viviendas en el antiguo aeropuerto de Qalandia (proyecto paralizado en 2020 ante las críticas internacionales) y de un barrio nuevo en el corredor oriental conocido como E1.
Las tropas israelíes ocuparon la zona oriental de Jerusalén en la guerra de 1967 y desde entonces, se niegan a retirarse pese a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
En diciembre pasado, el coordinador especial de Naciones Unidas para el proceso de paz en Medio Oriente, Tor Wennesland, expresó gran preocupación por el deterioro de la seguridad en Cisjordania ocupada, incluida Jerusalén Oriental.
Según informó en ese momento al Consejo de Seguridad, la situación en ese territorio palestino ocupado por Israel corre el riesgo de deteriorarse aún más, y eso podría afectar también a la Franja de Gaza y socavar el cese de hostilidades que se mantiene allí desde mayo.
Por ello, recalcó, es crucial que todas las partes tomen medidas inmediatas para reducir las tensiones y restablecer la calma.
Si no se abordan las tensiones, podría desatarse otra ronda de violencia destructiva y sangrienta, advirtió el alto representante de la ONU y llamó a actuar cuanto antes para evitar que eso suceda.
La demolición de propiedades palestinas y la expansión israelí por Cisjordania preocupa a organismos como Naciones Unidas, que condena esa práctica colonialista e ilegal, como está expresado en resoluciones del Consejo de Seguridad.
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