En su habitual informe quincenal sobre protección a civiles en los territorios ocupados, OCHA destacó que el 12 de enero último falleció por un ataque del corazón Omar Abdel Majid Asad, de 80 años, como resultado de su arresto y posterior golpiza propinada por militares de Tel Aviv.
Según testigos, Asad se dirigía a su casa después de visitar a sus familiares cuando los uniformados detuvieron su vehículo y lo sacaron, le vendaron los ojos, lo golpearon y esposaron para luego abandonarlo en un edificio en construcción.
Cuando los militares abandonaron el área, los residentes corrieron a lugar y encontraron al anciano muerto.
Cinco días después falleció Suleiman Al Hathlin, de 75 años, como consecuencia de las heridas sufridas tras ser atropellado por un camión manejado por un colono en la aldea de Masafer Yatta.
Al Hathilin intentaba detener un operativo de la policía israelí para incautar autos palestinos cuando fue golpeado por el vehículo.
El 24 de enero, las fuerzas israelíes ingresaron al campo de refugiados de Qalandia, al norte de Jerusalén, donde abrieron fuego con munición de combate, balas de goma y bombas de gases lacrimógenos contra los manifestantes palestinos, criticó OCHA.
Durante la incursión, varias bombas de gases lacrimógenos cayeron dentro de un centro de salud de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (Unrwa), subrayó el texto.
Como consecuencia, señaló, el paciente Fahmi Abdelraouf Hamad, de 57 años, inhaló esos gases y murió horas después.
Hace dos días la Unrwa reclamó a Tel Aviv investigar ese último incidente tras recordar que el personal de salud advirtió a los uniformados antes de iniciar sus ataques.
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