Chung conversó este jueves con su homólogo japonés, Hayashi Yoshimasa, a quien le ratificó el enojo de Seúl porque ese sitio vinculado con el trabajo forzado en tiempos de guerra sea reconocido por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Según el Ministerio surcoreano de Asuntos Exteriores, el canciller expresó su «profunda decepción» por la decisión de Tokio de recomendar la antigua mina de oro y plata como Patrimonio Mundial de la Unesco a pesar de «su dolorosa historia».
De acuerdo con datos oficiales, más de mil coreanos fueron obligados a realizar trabajos forzados allí cuando su país estuvo bajo la brutal colonización nipona (1910-1945).
Chung instó a Japón a cumplir su compromiso de ofrecer información pública completa sobre el trabajo forzoso de los coreanos en sus sitios existentes del patrimonio de la Unesco.
Durante las conversaciones telefónicas, también pidió que adopte un enfoque más activo para encontrar medidas apropiadas sobre el trabajo forzoso y las «mujeres de solaz» para resolver las prolongadas disputas sobre la historia compartida.
Tras la designación en 2015 de 23 sitios de la era Meiji, incluida la famosa isla Hashima, Tokio prometió instalar un centro de información sobre el tema, pero solo ha destacado los logros de la revolución industrial japonesa.
Mañana un grupo de trabajo del gobierno y el sector privado de Surcorea celebrará su primera reunión para discutir medidas «sistemáticas» e «integrales» contra la controvertida candidatura.
El equipo está compuesto por altos funcionarios de Ministerios y agencias relacionados, así como historiadores y expertos para emprender una campaña diplomática contra la candidatura de Japón a la Unesco.
Se espera que un organismo asesor de la entidad de Naciones Unidas inspeccione el sitio en el otoño y decida alrededor de mayo del próximo año si agregarlo a la lista.
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