Según las conclusiones del estudio difundido en la revista One Earth, algunas de esas técnicas no reducen las descargar de dióxido de carbono (CO2) de forma consistente y son incapaces garantizar la meta de reducir a la mitad las emisiones para 2030 y de llegar a cero dos décadas más tarde.
De las 74 rutas de CCU revisadas en el análisis, ocho tuvieron los requisitos demandados para el objetivo de 2030, y sólo cuatro son las que podrían cumplimentar las de 2050, abundó la información.
El proceso, que consiste en aprovechar el CO2 de las emanaciones de la atmósfera y de las centrales eléctricas o de la industria para reutilizarlo, también genera emisiones cuando el paso final del ciclo es la creación de algo como el metanol, ejemplificaron los expertos.
La investigadora del clima en la Universidad de Radboud y autora principal del estudio, Kiane de Kleijne, afirmó que en muchos casos estas herramientas no reducen realmente las descargas nocivas en comparación con el producto convencional a reutilizar, por lo que resulta problemático.
«Si una tecnología no va a reducir mucho las emisiones y todavía está muy lejos de su comercialización, entonces quizá sea mejor redirigir la financiación a tecnologías que sí tienen el potencial de reducir realmente las emisiones de forma drástica», apuntó.
La indagación determinó, no obstante, cómo algunos sistemas de CCU, como por ejemplo la carbonización de la escoria de acero para crear materiales de construcción, puede secuestrar grandes cantidades de carbono.
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