Con esas previsiones se espera que al finalizar el año se contabilicen cuatro mil 460 millones de viajeros, o sea el 84 por ciento de los niveles de 2019, precisó ese organismo que agrupa a los principales aeropuertos a nivel mundial.
Si bien durante 2021 la pandemia llevó a la pérdida de alrededor de cinco mil 400 millones de pasajeros, cerca del 55 por ciento de los que viajaron en 2019, el tráfico doméstico impulsó la reactivación del sector.
Para este año se espera que la contracción de viajeros sea del 27,8 por ciento de lo registrado antes de la pandemia de la Covid-19.
ACI prevé mejoras especialmente para la segunda mitad de 2022, al augurar que el volumen de turistas internacionales supere ligeramente los dos mil millones en todo el año, más de la mitad de los que se movieron el año previo a la aparición de esa enfermedad.
Antes de la pandemia, se esperaba que el sector aeroportuario superara los 175 mil 800 millones de dólares en ingresos durante 2022, sin embargo, ese monto se reducirá a tan solo 60 mil millones, el 34 por ciento en comparación con lo estimado antes de la crisis sanitaria.
Esta recuperación estaría impulsada por la aceleración del desempeño de la economía global por la eliminación de restricciones de viaje y a la apertura de fronteras para facilitar el comercio de bienes y el crecimiento de los sectores de manufactura y servicios, aseguró ACI.
A pesar de los riesgos, la industria confía en que el potencial de reanimación de los niveles de 2019 dentro de dos o tres años es previsible, consideró.
Sobre esa base alentó a los inversionistas de aeropuertos a hacer uso de los últimos pronósticos de tráfico aeroportuario mundial de ACI 2021-2040 para una planificación sostenible a corto, mediano y largo plazo, señaló Luis Felipe de Oliveira, director general de ese organismo.
El funcionario también señaló que hay que ser cautelosos en las previsiones de recuperación, pues existen múltiples factores que podrían frenar el avance, como los altos precios del petróleo, la inflación, interrupciones en las cadenas de suministros y los conflictos armados, como la situación actual entre Ucrania y Rusia.
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