De acuerdo con un informe elaborado por la Agencia Internacional de Energía Renovable (Irena por sus siglas en inglés), las inversiones anuales promedio en este ámbito se multiplicaron por 10, al pasar de menos de 500 millones de dólares en el período 2000-2009 a cinco mil millones en la década siguiente.
El análisis, realizado de conjunto con el Banco Africano de Desarrollo, revela que las soluciones de generación distribuida, incluidos los sistemas autónomos y las minirredes, desempeñan un papel cada vez mayor en la expansión del servicio eléctrico en áreas de fuera de la red y fortalece el suministro en zonas ya conectadas.
No obstante, el reporte alertó que en África subsahariana, la tasa de electrificación se mantuvo estática con un 46 por ciento en 2019, y 906 millones de personas carentes de acceso a tecnologías y combustibles limpios para cocinar.
Solo el dos por ciento de las inversiones mundiales en fuentes renovables en los últimos 20 años se realizaron en África, con importantes disparidades regionales, y menos del tres por ciento de todos los empleos en esta esfera se encuentran allí, lamentó la fuente.
En cambio, resaltó, el continente tiene un gran potencial de recursos para la generación eólica, solar, hidroeléctrica y geotérmica, y las zonas central y meridional poseen abundantes minerales esenciales para la producción de baterías eléctricas, turbinas y otras tecnologías bajas en carbono.
La transición energética hacia fuentes amigables con el medio ambiente, apuntó, traería muchos beneficios tales como una mayor creación de puestos de trabajo y un incremento del Producto Interno Bruto.
Para ello, consideró además Irena, es preciso poner en vigor un paquete integral de políticas que combine la búsqueda de objetivos climáticos y ambientales, el desarrollo económico y creación de empleo, y la equidad social y el bienestar de la sociedad.
Recomendó también el incremento de la cooperación internacional (incluida la Sur-Sur) y una mayor colaboración a nivel regional.
car/ifs