Se trata de una contemporánea obra budista que combina elementos del hinduismo y de la cultura pop. La original construcción dejaría sin palabras a quien alguna vez afirmó: “todos los templos son iguales”.
El diseño mezcla a la perfección componentes clásicos con matices modernos, al ubicar imágenes de superhéroes de cómics —incluso naves espaciales— en la decoración, además de la representación de extrañas figuras mitológicas.
Todo el lugar se viste del color inmaculado que le da nombre y simboliza la pureza de Buda.
Tal es la principal obra del artista plástico y diseñador tailandés Chalermchai Kositpipat, quien comenzó la iniciativa en 1997 al restaurar un antiguo santuario en mal estado.
Sin embargo, el Wat Rong Khun resulta todavía un proyecto inconcluso y aún no cuenta con una fecha definida de finalización, pues los elementos que lo integran requieren de mucho trabajo y tiempo.
Una de sus áreas más famosas, el Puente de la Reencarnación, representa de modo simbólico el paso de la muerte a la vida. Varias manos acompañan la entrada y expresan el dolor y el sufrimiento de los seres humanos.
Otro espacio dentro del complejo es La Casa del Oro, una construcción donde prevalece el color áureo, asociado al cuerpo y a la mente, y que contrasta muy bien con el blanco puro predominante.
Pese a no haberse concluido, el éxito del lugar es innegable, pues atrae a cerca de un millón de turistas cada año y resulta uno de los principales destinos turísticos de Tailandia.
(Tomado de Orbe)