Tras un recorrido de 10 días por Italia, el director general del Instituto Finlay de Cuba llegó a París para tratar de reforzar los vínculos de colaboración con instituciones de investigación francesas que permitan la difusión de las diversas vacunas cubanas, en especial Soberana 02, única en el mundo desarrollada para menores de entre dos y cinco años.
Vérez explicó que los niños son un sector de población que contribuye de manera muy activa a la difusión del virus de la Covid-19 entre los adultos.
Sin embargo, agregó, este factor no es tenido en cuenta en las estadísticas de vacunación ni a la hora de valorar los indicadores de la enfermedad en los distintos países.
Según sus investigaciones, Cuba redujo 10 veces la incidencia de Ómicron frente a la variante Delta, y ello se debió de manera fundamental tras conseguir vacunar a toda la población infantil, “lo que hace que los contagios en adultos se reduzcan y los síntomas sean más leves”, expresó.
“El problema más grave es que las vacunas para niños se desarrollaron a partir de las diseñadas para adultos, a pesar de que los menores presentan características propias”, detalló el científico.
«Ese es uno de los principales motivos de resistencia que se han dado en numerosos países a la hora de llamar a vacunar a los más jóvenes», dijo.
En Cuba, por el contrario, “se trabajó en un antídoto específico para niños desde el inicio, en lugar de adaptar las ya existentes como hicieron las grandes farmacéuticas”, señaló.
“Una vez que se comprobó su perfecto funcionamiento y su total seguridad, el 5 de septiembre comenzó una campaña voluntaria para todos los niños en Cuba”, dijo.
El resultado fue que “en noviembre pudo comenzar el curso escolar con todos los niños vacunados, siendo el único país del mundo con ese nivel de protección”, y que a pesar de las virulencia de la variante Ómicron “en Cuba no se diera ni un solo caso de muerte infantil entre toda la población vacunada”, afirmó.
Vérez destacó la positiva percepción que la población cubana tiene hacia las vacunas infantiles, consideradas como “una herramienta tremendamente útil y muy necesaria”, y la satisfacción de poder contar con una industria biotecnológica que ofrece a la nación soberanía en el campo de la salud.
“Soberana más que una vacuna, es un país”, resaltó el científico, ya que se interiorizó a nivel popular como un bien común, y que además sirve para ofrecer un remedio a muchos países que no tienen otra posibilidad de contar con vacunas contra el Covid-19.
En ese sentido, Vérez consideró clave sus numerosas apariciones en la televisión cubana para explicar todo tipo de detalles sobre las vacunas, “eso es algo que los ciudadanos agradecen” dijo, “a quien nadie vio fue al director general de Pfizer, a pesar de haberse embolsado más de 80 mil millones de dólares gracias al negocio que han hecho con las vacunas en todo el mundo”, añadió.
Por su parte, la doctora Dagmar García, vicedirectora de Investigación y Desarrollo del Instituto Finlay, hizo especial hincapié en las graves dificultades que el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos contra Cuba genera en el sector de la biotecnología.
La investigadora detalló la urgencia de Cuba para encontrar un antídoto cuando se generalizó la pandemia, “porque si esperábamos, íbamos a estar al final de la lista a la hora de recibir vacunas debido al bloqueo”.
Sin embargo, también el desarrollo de las medicinas propias estuvo sometido a parones “debido a que no llegaban insumos que necesitábamos, para producir las dosis necesarias para toda la población”, explicó.
“En un momento en que no entraban ingresos por turismo y otros muchos se habían reducido al mínimo, la persecución de Estados Unidos y de algunos países de América Latina a la biotecnología cubana, agravó aún más los efectos de décadas de bloqueo contra la producción y el desarrollo de medicamentos”, manifestó.
Ello “genera, sin duda, grandes problemas para la producción de vacunas y la evaluación de proyectos, pues se requiere mucho más tiempo de lo que sería normal y muchas de las compras hay que realizarlas por otras vías o apelar a la solidaridad”, añadió.
Vérez subrayó que gracias al fuerte movimiento popular en Italia de apoyo a los doctores y las medicinas cubanas, se están buscando formas de colaboración con laboratorios del país para conseguir que las vacunas lleguen a naciones de la Unión Europea, donde existe un muy alto nivel de proteccionismo y para Cuba es muy difícil, aclaró.
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