Un estudio citado por el diario The New York Times arrojó que el consumo de alcohol y el abuso de drogas aumentó de forma acelerada durante el primer año de la pandemia.
La cantidad de muertes relacionadas con el alcohol, incluidas las derivadas de dolencias hepáticas y accidentes, se disparó de 78 mil 927 en 2019 a 99 mil 17 en 2020, lo que supone un alza del 25 por ciento.
Por otra parte, los decesos por sobredosis de drogas también alcanzaron niveles máximos en el periodo.
Más de 100 mil estadounidenses perecieron por sobredosis durante el lapso de 12 meses que terminó en abril de 2021, una subida de casi el 30 por ciento con respecto al año anterior.
Al propio tiempo se elevó el número de óbitos por opioides en los que intervino el alcohol.
Los adultos jóvenes de entre 25 y 44 años experimentaron los mayores aumentos en las muertes relacionadas con el alcohol en 2020, casi el 40 por ciento más respecto al calendario precedente.
La investigación, que se produce en medio de una creciente toma de conciencia de que el peaje de la Covid-19 se extiende más allá del número de vidas cobradas directamente por la enfermedad, subrayó que a su vez que hubo más decesos por patologías no tratadas.
Los especialistas alertaron ademá sobre el impacto social vinculado a los reveses educativos y la pérdida de padres y cuidadores.
Aaron White, primer autor del informe, advirtió que «hubo un gran aumento del estrés autodeclarado, y grandes aumentos de la ansiedad y la depresión, y una incertidumbre planetaria sobre lo que iba a pasar» tras la irrupción de la Covid-19.
Sin embargo, la crisis se viene gestando desde hace años, ya que el consumo de alcohol entre los adultos ha tenido una tendencia ascendente, opinó Katherine Keyes, profesora de epidemiología de la Universidad de Columbia, quien no participó en el estudio.
Los problemas de salud mental también eran cada vez más frecuentes antes de la pandemia, lo que hace que las personas sean más susceptibles al abuso de sustancias.
«Como ocurre con muchos resultados relacionados con la pandemia, se trata de una exacerbación de los problemas que empezaron antes para muchas personas», añadió Keyes.
Algunas de las motivaciones para beber cambiaron: aumentó el consumo relacionado con el estrés y aumentó el consumo por aburrimiento, subrayó la especialista.
Los adultos de entre 20 y 40 años con hijos en casa estaban sometidos a un mayor estrés, ya que hacían malabarismos con el trabajo y el aprendizaje a distancia; los que no tenían hijos, que en general beben más de todos modos, pueden haber estado lidiando con más aislamiento y soledad, concluyó.
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