El reporte publicado por la comadrona Donna Ockenden asegura además que otros 94 recién nacidos sufrieron lesiones permanentes, incluido daño cerebral, por falta de oxígeno durante el parto.
La especialista, que comenzó la pesquisa en 2017 por encargo del entonces ministro de Salud Jeremy Hunt, atribuyó gran parte de las muertes de los bebés a un monitoreo ineficiente del crecimiento fetal y la práctica arraigada de rechazar las cesáreas y obligar a las madres a tener un parto natural.
Ockenden dijo que la falta de personal capacitado y la negativa de la dirección del hospital a escuchar las quejas de los familiares también contribuyeron a acrecentar el problema.
Existía la tendencia de culpar a las madres de los resultados, y en algunos casos de sus propias muertes, afirmó la experta, quien recalcó que los fideicomisos de Salud Público a cargo de los hospitales deben responsabilizarse de los servicios de maternidad que prestan.
También se declaró sorprendida de que durante más de dos décadas esos problemas no fueron cuestionados internamente y que el fideicomiso no tuvo que rendir cuentas ante organismos externos.
Esto destaca que se necesita un cambio sistémico a nivel local y nacional para garantizar que la atención brindada a las familias sea siempre profesional y compasiva, y que los equipos, desde el barrio hasta la junta, estén conscientes y sean responsables de los valores y estándares que deben defender, remarcó.
El ministro británico del sector, Sajid Javid, admitió, por su parte, que el informe de Ockenden ofrecía un panorama trágico y desolador de las constantes negligencias ocurridas en esa institución en las últimas dos décadas, y aseguró que se trabaja para que no se repitan hechos similares.
La investigación independiente examinó mil 592 incidentes clínicos que involucraron a mil 486 familias.
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