En conferencia de prensa, el jefe de ese organismo, coronel general Mijaíl Mizíntsev, calificó las acciones como un “crimen inhumano y horrible del régimen de Kiev”.
El pasado lunes, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, manifestó el rechazo de su país ante cualquier acusación de asesinato de civiles en la ciudad ucraniana de Bucha y propuso también examinar el tema en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Mizíntsev, por su parte, señaló que “la cínica provocación de los neonazis ucranianos” que implicó la muerte masiva de civiles en Bucha, llevada a cabo con el pleno apoyo de las autoridades ucranianas, constituyen una prueba más de genocidio contra su propio pueblo.
El alto mando militar alertó que el Ministerio de Defensa ruso cuenta con “una base de pruebas” demostrativas de la planeación de otro crimen, similar al ocurrido en Bucha.
Este martes, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, afirmó que los asesinatos de civiles en Bucha fueron una provocación destinada a poner fin a las negociaciones entre Kiev y Moscú y refutó la responsabilidad de las tropas rusas en los hechos.
Según el canciller ruso, cada vez que en las negociaciones entre Moscú y Kiev hay un motivo para esperar “algún progreso, aunque sea modesto”, surgen circunstancias que lo bloquean.
Por su parte, el representante de Rusia ante Naciones Unidas, Vasili Nebenzia, responsabilizó a los radicales ucranianos de la matanza, argumentando la existencia de cientos de pruebas en video.
Según medios de prensa, está previsto que este jueves la Asamblea General de la ONU votará sobre la posible suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la organización en relación a causa del operativo militar en Ucrania.
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