Este jueves, la Asamblea General de la ONU votó a favor de una resolución que suspendió la participación de este país en el Consejo de Derechos Humanos, iniciativa promovida por Estados Unidos y aupada por su coro de aliados hasta su aprobación.
Respaldada por 93 países, pero con 24 en contra y 58 abstenciones, la propuesta de Washington se aprobó porque superó los dos tercios de los votos válidos, sin contarse las abstenciones.
“Pero para nadie es un misterio que, en números reales, casi la mitad de los países representados en la Asamblea General no acompañaron la iniciativa norteamericana”, advirtió el politólogo argentino Atilio Borón.
Sobre la votación, el representante permanente de Rusia ante la ONU y otras organizaciones internacionales en Ginebra, Guennadi Gatílov, aseguró que Moscú dispone de pruebas del chantaje estadounidense para inducir a otros Estados a apoyar esa decisión.
Conocemos los hechos de cómo los enviados estadounidenses trabajaron tanto en las capitales, en Nueva York y en Ginebra con el fin de inducir a los indecisos a apoyar esta decisión ilegítima, dijo al canal de televisión Rusia 24.
Según el diplomático, no todos los países estaban dispuestos a resistir presiones tan duras, sobre todo los más débiles, “presionar a los indecisos y obligarlos a tomar decisiones que quizá no apoyen en sus corazones”.
El pasado 29 de marzo, durante las conversaciones en Estambul, la parte ucraniana presentó propuestas que podrían hacer avanzar las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania.
Sin embargo, pocos días después, la prensa y las redes sociales de Occidente invadieron sus espacios con las imágenes de las víctimas de Bucha, acompañadas de acusaciones responsabilizando a los soldados de este país con la masacre.
El Ministerio de Defensa ruso calificó el hecho como una provocación y denunció que se trataba de otra escenificación montada para los medios de comunicación, como ocurrió en Mariúpol con la maternidad, así como en otras ciudades.
Aclaró que todos sus militares abandonaron esa ciudad el 30 de marzo, mientras las fotos y videos fueron difundidos cuatro días después, luego que los miembros del Servicio de Seguridad ucraniano y la televisión local llegaron al lugar.
Se conoció también que el 31 de marzo, el alcalde de esa ciudad, Anatoli Fedoruk, confirmó en un mensaje de vídeo que no había soldados rusos en la urbe y no mencionó la existencia de cadáveres de residentes locales en las calles.
El canciller, Serguéi Lavrov, calificó el hecho de “falso atentado” con el que Ucrania y Occidente intentaron demonizar al Ejército ruso y dinamitar el diálogo entre ambos países.
En su opinión, cada vez que en las negociaciones entre Moscú y Kiev hay un motivo para esperar “algún progreso, aunque sea modesto”, surgen circunstancias que las bloquean.
Lo cierto es que de nada valieron los llamados de Moscú para que Naciones Unidas investigue los hechos; ni la advertencia de China ante el Consejo de Seguridad sobre la falta de pruebas concretas que vinculen a Rusia con los asesinatos; ya Occidente tenía su culpable.
Con las acusaciones sobre la supuesta autoría de las Fuerzas Armadas de Moscú de los crímenes en esa ciudad ucraniana, Estados Unidos siguió en su vieja estrategia de demonizar al Kremlin y todo lo que tenga que ver con Rusia, plan al que se sumó la Unión Europea.
Mientras, Rusia continúa negando su vinculación con los crímenes y los fantasmas de Bucha esperan que se aplique justicia y se revelen los rostros de los asesinos.
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