Azoulay presentó la iniciativa a propósito de la Conferencia Nuestro Océano, que acoge Palau, frente a la advertencia del ente multilateral sobre el peligro de que esas estructuras subacuáticas dejen de existir para finales del siglo.
En ese sentido, acompañó el lanzamiento con un llamado a la movilización internacional para evitar la extinción de los arrecifes de coral declarados Patrimonio de la Humanidad, que cubren una superficie global de más de 500 mil kilómetros cuadrados y representan una biodiversidad excepcional.
De acuerdo con la directora general, el plan dirigido a potenciar la resistencia de los frágiles ecosistemas beneficia en particular a los países en desarrollo, con un financiamiento inicial de 10 millones de dólares.
Nos asociamos con el Fondo Mundial para los Arrecifes de Coral para ayudar a financiar este compromiso, dijo Azoulay de cara a las acciones, las cuales se centrarán en la reducción de los factores locales de degradación, el fortalecimiento de la gestión sostenible de las áreas marinas protegidas y el apoyo a las comunidades locales.
La asociación explorará oportunidades conjuntas para priorizar el apoyo a 19 de los 29 arrecifes en naciones del Sur incluidos en la lista del patrimonio mundial, situados en Belice, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Filipinas, Indonesia, Islas Salomón, Kiribati, México, Panamá, Sudáfrica, Sudán, Vietnam y Yemen.
El calentamiento de las temperaturas oceánicas debido a las emisiones globales de dióxido de carbono representa la mayor amenaza para las hermosas estructuras subacuáticas que desempeñan un papel fundamental en la absorción de las emisiones de carbono y protegen las costas de las tormentas y la erosión.
Según la Unesco, los datos científicos muestran un escenario alarmante, ya que los arrecifes coralinos “se están blanqueando mucho más rápido de lo que sugería la ciencia”.
Cuando esto ocurre, pasan a ser muy vulnerables a la inanición y a las enfermedades, y tienen una tasa de mortalidad cada vez más elevada, lamentó.
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