El organismo publicó su informe sobre coyuntura y perspectivas en Europa, que apuntó a una previsión de crecimiento de las economías avanzadas del 3 por ciento (un punto menos que lo que calculó en enero) y del 3,2 en el caso de las emergentes (1,5 puntos menos).
Pero en medio de la incertidumbre por el conflicto en Ucrania y las sanciones de Occidente contra Rusia, estos pronósticos podrían perder actualidad.
Durante la rueda de prensa de presentación del estudio, el director del FMI para el viejo continente, Alfred Krammer, consideró difícil que varios países puedan esquivar la recesión en la actual coyuntura, aunque esta sea «suave».
Las grandes economías ya no están creciendo, y la que más riesgo de recesión corre es la primera de la región, Alemania, tanto por su dependencia energética rusa como por los problemas en las cadenas de suministro, afirmó.
Además, insistió en la necesidad de que la región acelere las medidas para reducir su dependencia energética de Rusia, buscando otros suministros de gas -como el licuado, procedente de Estados Unidos- y apostando por las energías renovables.
Si la nación euroasiática corta el suministro de gas durante seis meses será soportable, pero si se prolonga un año la caída media del Producto Interno Bruto (PIB) en la región puede ser del 3 por ciento, precisó.
Por otra parte, el informe llama a la zona a replantearse buena parte de sus políticas de gasto, hasta ahora centradas en aplacar los efectos de la pandemia, y centrarse en las consecuencias que ya está teniendo el conflicto ruso-ucraniano.
Sin embargo, el cálculo presentado este viernes no cuenta a Rusia y a Belarús, cuyas caídas de crecimiento son mucho mayores debido al volumen y sistematicidad de las sanciones (multisectoriales) impuestas por Occidente desde hace años. Tampoco incluye a Ucrania y Turquía.
En el caso de las restricciones al gigante euroasiático, comenzaron desde 2014 y fueron reforzadas tras el inicio de la operación militar en Ucrania; contra Belarús comenzaron hace más de una década para presionar al gobierno del presidente Alexander Lukashenko, a quien rechaza Europa y Estados Unidos, su aliado.
El FMI tampoco tiene en cuenta las consecuencias de su política de austeridad, con paquetes de medidas neoliberales que contribuyen a exacerbar la pobreza, la desigualdad, el desempleo y el abandono de políticas sociales.
Según un reciente análisis de Oxfam, 13 de 15 programas de préstamos del FMI negociados durante el segundo año de la pandemia imponen nuevas medidas como impuestos sobre alimentos y combustibles; y reducciones de gastos, que afectan servicios públicos esenciales, sobre todo en las naciones menos desarrolladas.
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